Por Marisú Ramírez
Los cazadores furtivos realmente sí saben lo que provocan con sus acciones al mundo animal. La noticia de casi 100 elefantes sacrificados por estos grupos en Botsuana para obtener los colmillos de los paquidermos indignó al mundo.
La información dio la vuelta al mundo:
Al menos 90 elefantes muertos con los colmillos arrancados fueron encontrados en las últimas semanas en Botsuana. “Se trata del episodio más grave de caza furtiva en África que jamás se haya conocido”. El ministro de Turismo local, Tshekedi Khama, confirmó la amplitud de la masacre: “Sé que el balance alcanza a un número de dos cifras, algo muy elevado para Botsuana. Estoy muy preocupado, muy inquieto”. (AFP)
Así fue denunciado por la ONG Elephants Without Borders en su cuenta de Facebook. Esto además de indignante es para preocupar dado que es una de las matanzas más cuantiosas de las últimas décadas realizadas en un santuario de vida silvestre.
Tal como lo he mencionado en otras colaboraciones la demanda desata la oferta, existen clientes y solicitan el marfil de esos inocentes animales, los usos son diversos, van de lo lúdico a las inimaginables transacciones, esto en el sudeste asiático y en la propia China. Las cifras investigadas por la que expone son patéticas, cinco paquidermos son asesinados cada hora, la demanda de sus colmillos crece en la misma proporción; cada año según informes cerca de 400 mil elefantes son asesinados en el mismo lapso. A este lamentable episodio se suman los rinocerontes y otras especies en peligro inminente.
Dereck Joubert, quien es explorador del National Geographic y vive en Botsuana, ha reportado 20 mil leones en África. Se recordará que hace 50 años vivían ahí 450 mil. En este mismo sentido, según informes de ese organismo existían hace algunas décadas 700 mil leopardos, hoy solamente 50 mil y cada año se cazan cinco mil, los cuales son sacrificados para obtener su piel. En este lamentable escenario están diversas especies como los orangutanes en Borneo y Sumatra donde se asesinan mil por año, se calcula solamente quedan seis mil.
Leones, lémures, rinocerontes, tiburones, ballenas, cocodrilos, tortugas, y una fila interminable de especies en peligro de extinción parecen no importar al depredador más infame de la naturaleza: el ser humano. Da pena y vergüenza leer noticias a diario sobre los ataques a seres indefensos, sin importar la maravillosa vida de las especies que destruye con alevosía y desmedida ventaja, los cuernos de rinoceronte, de acuerdo con la BBC, pueden ser vendidos por 65 mil dólares por kilogramo.
La violencia contra los animales indefensos ante las armas de grueso calibre, machetes, lanzas y otras; desde el punto de vista de diversos estudios psicológicos admiten que se detonan manifestaciones emocionales las cuales pueden llevar a desencadenar agresión contra los seres humanos, dada su creciente insensibilización y costumbre de ver morir a sus víctimas; cuando perece un prójimo o familiar le resulta intrascendente, por el simple deseo de terminar con la existencia del enemigo, aunque en muchas ocasiones no lo sea. Un estudio elaborado por la Northeastern University y el Massachusetts SPCA encontró que las personas que maltratan a los animales tienen cinco veces más probabilidades de cometer delitos violentos contra los humanos.
Lamentables episodios de violencia contra seres vivos, indispensables para una sociedad racional sin personas que lucren con el dolor ajeno, erradicar esto será una acción prioritaria; aunque mientras exista la avaricia y el deseo de imponer el poder individual al colectivo el camino será arduo. masryram@msn.com