Volantín

Salvador Cosío Gaona
El patán, parludo, sicofante de la política, Donald Trump, volvió a dar muestra de extrema idiotez y estupidez al buscar apaciguar las turbias aguas del conflicto conocido como “Trama rusa”, en el vecino país del norte, tras la inédita renuncia del fiscal especial Robert Mueller, quien dimitió después de haber presentado las conclusiones de la investigación que concluyó en marzo de este año. Mueller anunció además su renuncia al cargo y su retirada de la vida pública; lo que sin duda alguna deja abiertas más preguntas que respuestas.
Así pues, el xenófobo magnate, inquilino por accidente de la Casa Blanca, desvió de inmediato la atención de tan grave asunto en los Estados Unidos de América, haciendo uso de sus armas más comunes y recurridas, las redes sociales y su insulsa fobia por nuestro país. Por lo que a punta de tuitazos amagó al pueblo mexicano a que de no parar a como diera lugar el flujo migratorio principalmente centroamericano hacia los Estados Unidos de América, impondría aranceles a productos y servicios mexicanos que escaladamente se incrementarían hasta que se detenga la oleada migratoria.
Lejos de la ofensa y mezquina intención de Trump al pavonearse con sus acostumbradas hocinonadas, molesta sobremanera la beligerante manera de dirigirse a los mexicanos, como si por el simple hecho de decirlo, sus burdas amenazas de caprichoso gárrulo, se hicieran efectivas, así, con la facilidad que literalmente lo decretó a partir de la primera quincena de este mes.
Lo que el ignorante mamarracho no acepta, es que la carga de imponer aranceles está aun sujeta a las reglas de operación del casi, pero aun no muerto NAFTA allá o TLC aquí, por lo que sus bravuconerías no son más que intentos desesperados por seguirse congraciando con su base y con los cada vez menos estadounidenses que creen en él.
Sin embargo hay que reconocer que las idioteces matinales del senil remedo de mandatario tiraron los mercados nacionales, tensaron las relaciones bilaterales e impactaron en el tipo de cambio, afectando por supuesto a nuestra de por si vapuleada economía.
Trump es especialista en dar manotazos sobre la mesa y en amenazar como estrategia de provocar temor, antes que negociar y mostrarse diplomático. Es su fuerte y se siente cómodo en esa posición; pero ya basta, es momento de ponerle un hasta aquí a su mísera forma de tratar con pares, aunque para su engulado ego no sea así. Y es que cualquier otro mandatario de cualquier otra nación, es su par, le guste o no.
Si se implementaran estos aranceles, Trump le daría un balazo a su base electoral y base económica. Si no le bastó iniciar una guerra comercial con China, que era su primer socio comercial hasta hace poco, y ahora va por México, evidentemente tiene una visión distópica de la realidad.
En el absurdo arrebato de Trump y ante la eventualidad de la medida, los expertos coinciden en que los primeros afectados serían los consumidores estadounidenses, pues el impuesto adicional lo terminaría pagando en primera instancia el importador, luego el consumidor, que termina pagando más por el mismo producto. Además, si México responde con medidas similares, los estados más afectados de Estados Unidos podrían ser los estados agrícolas, que son los que más exportan a México y que son la base electoral de Donald Trump.
También, se verían afectadas muchas industrias que tienen cadenas de suministro establecido en México, ya que aumentarán sus costos. Estas medidas son totalmente contrarias al espíritu de renegociación del futuro T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá).
Desde el grupo de importadores estadounidenses Fresh Produce Association of the Americas (FPAA) con sede en Nogales, Arizona, se alerta sobre el efecto de los nuevos impuestos sobre los consumidores estadounidenses.
Los estadounidenses consumen US$12.000 millones en frutas y verduras mexicanas al año, según datos del Departamento de Agricultura de EE.UU.
Los consumidores de EE.UU. pagarán US$3.000 millones adicionales por los aguacates, tomates, mangos y otras frutas y verduras si se aumentan mensualmente los aranceles sobre las importaciones de México hasta alcanzar el 25% en octubre como anunció Trump, denuncia el grupo.
“Esta última amenaza del presidente dañará primero y principalmente a los consumidores y negocios estadounidenses”, declaró Lance Jungmeyer, presidente de FPAA. “Esto nos lleva al pasado como país y amenaza la aprobación del T-MEC en un momento crítico para seguir adelante con el acuerdo”.
Desde la industria automotriz también hubo reacciones de preocupación.
Según un informe de Deutsch Bank, si los fabricantes de automóviles absorben el costo total de unos aranceles del 25%, el potencial golpe sobre los beneficios anuales sería de US$3.300 millones para Ford, US$6.300 millones para General Motors (GM) y US$4.800 millones para Fiat Chrysler Automobiles (FCA).
Traspasar el costo a los consumidores subiría el precio de los vehículos unos US$2.500 para GM, más de US$2.000 para FCA y unos US$1.500 para Ford. Contando las marcas extranjeras, el aumento medio del precio para el consumidor se calcula en unos US$1.300 por vehículo.
La medida anunciada por Trump puede suponer un recorte de ventas de unos 3 millones de unidades en una industria que ya está a la baja.
John Bozzella, presidente y CEO de Global Automakers, un grupo que representa a los fabricantes extranjeros de autos que operan en EE.UU., dijo que los aranceles les costarán dinero a los consumidores y pondrán en peligro miles de empleos.
“Amenazar con la subida de impuestos en productos que los consumidores y fabricantes estadounidenses compran de México aumentará los costos y rápidamente pondrá en riesgo los empleos de decenas de miles de personas en EE.UU.
“En lugar de resolver problemas en la frontera sur o mejorar el ambiente para la aprobación del T-MEC, estos aranceles solo aumentan la incertidumbre que ya enfrentan los fabricantes y trabajadores de la industria automotriz”, lamentó.
Por otra parte, los analistas dicen que es un “craso error” que Trump piense que México puede parar la migración irregular y además querer castigar este fenómeno con aranceles.
México está haciendo mucho, pero no hay un país en el mundo que pueda poner freno absoluto a la migración ilegal cuando hay gente lo suficientemente desesperada para buscar oportunidades.
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