Por Marisú Ramírez
Al participar de las charlas con empresarios he detectado ciertas inconsistencias en sus propuestas, no sé si involuntarias, aunque estoy convencida de su actitud perniciosa; por supuesto no la comparto por su carácter subjetivo. Además de los altos índices de pobreza que enfrenta nuestra nación se une uno por demás inhumano; negar acceso a los trabajadores a centros de esparcimiento dignos, en el caso de la Región de Puerto Vallarta – Bahía de Banderas, bajo el pretexto de que los vallartenses tenemos un paraíso donde nos podemos ejercitar: montaña, sol, mar y arena; ¿qué más se puede pedir?
Cuando se tiene todo en la vida, pero se carece de sensibilidad para detectar las prioridades ajenas si es un grave problema. Es muy fácil opinar cuando las necesidades sociales se nulifican a diestra y siniestra, desde todos los ámbitos: gobierno o iniciativa privada.
Si bien es cierto, los vallartenses vivimos en un paraíso. Pero también es cierto que no tenemos acceso. Miramos desde fuera o desde dentro —en nuestros centros de trabajo— cómo el turista extranjero goza de este lugar sin límites.
Para el vallartense común el asistir a la playa en un domingo familiar, implica primero buscar un lugar donde se pueda tener acceso, —en Puerto Vallarta hay muy pocos— cargar con los alimentos y bebidas que se van a ingerir, por que pagar una comida en un restaurante para toda la familia se vuelve tarea imposible por los raquíticos salarios que se pagan a la media de la población; ya ni se diga pensar en un “Day Pass” que por lo menos cuesta 400 pesos por persona, eso sí es misión imposible para el salario mínimo.
Ahora bien, la proeza de llegar a este preciado punto: La familia en la playa, con la comida previamente elaborada en casa, no es nada comparado con lo que sigue; instalar la sombrilla que también tienes que cargar porque en las playas públicas no hay palapas disponibles, y lo único que vas a ganar es una tremenda insolación con las benditas temperaturas que se registran en los últimos días. Por otra parte, se te antoja darte un chapuzón en el mar; sales, te llenas todo de arena ¿y ahora? ¿dónde te enjuagas? pues nada, te aguantas, y que decir, si al intestino se le ocurrió que tiene que evacuar, madre mía, ese sí es un verdadero problema; si tienes mucha suerte, encontrarás un baño móvil, que nada más de abrir la puerta se te quitan hasta las ganas, y adiós, nos vamos a casa más temprano de lo previsto, se acabó el domingo familiar. Excelente forma de hacer ejercicio y de solaz esparcimiento.
Mucho se habla del desarrollo económico de nuestro municipio y de la derrama económica que genera para el Estado de Jalisco, seguramente los vallartenses no contribuimos a que este se dé, son los gobernantes y los empresarios los que con sus grandes habilidades logran y contribuyen a la generación de la riqueza, por lo tanto no merecemos que se considere el construir al menos un club de playa, para que los vallartenses sí tengamos acceso al paraíso que es Puerto Vallarta. masryram@msn.com