Opinión No.41viernes 20 de enero de 2017
Por Marisú Ramírez
“Quien dedica su tiempo para mejorarse a sí mismo, no tiene tiempo para criticar a los demás”
Madre Teresa de Calcuta
Una leve mirada a los diarios aconteceres, enchina la piel y comprime el alma. Dimes, diretes, ofensas, reproches, represalias, manifestaciones.Silencio de los que tienen que explicar, evasión de los que tienen que dar resultados.
Nunca antes en la historia de la humanidad se habían tenido los medios para verter con tanta facilidad nuestra opinión.Se rompen las barreras sociales, es fácil llegar a los poderosos, lanzar diatribas y acusaciones. Además de tener la tecnología para grabar acontecimientos, tenemos voz para juzgar, en un segundo se traspasan los límites, se rompe la murallade la libertad de expresión y trastabillamos directo al libertinaje juzgativo.
Las razones de unos, los motivos de otros; el conflicto trasciende fronteras. Las soluciones se vislumbran imposibles, el daño es de pesada y añeja estructura, es culpa de los excesos y es complicado dar respuesta ágil a las necesidades y requerimientos sociales.
También es cierto, el cinismo, incapacidad y falta de conciencia de algunos políticos; es exasperante. Romper la inercia, es complejo, estamos a un clic de distancia. Invadimos las esferas individuales y sociales, juzgamos sin medida, sin comprender en esencia los distintos escenarios globales.
Cuando se juzga, queda implícito que se puede hacer mejor, que se es un ser humano superior. Ante el hecho, sólo queda subirse a la palestra y demostrarlo. No sólo ver los toros desde la barrera, es momento de actuar, de demostrar con hechos que la cosa, situación o persona juzgada se puede perfeccionar o corregir.
El doctor Alberto Villoldo menciona en su libro Las Cuatro Revelacionesque “Cuando practicas el no juzgar, te niegas a seguir automáticamente la opinión de los demás en cualquier situación. Al hacer esto, comienzas a tener un sentido de la ética que trasciende las tradiciones de nuestro tiempo. Esto es importante hoy en día, cuando las imágenes de los medios de comunicación se han convertido en algo más convincente que la realidad, y nuestros valores –libertad, amor, etcétera- son reducidos a eslóganes y palabras vacías”.
Como complemento a lo anterior, podremos mencionar también lo estipulado en Los Cuatro Acuerdos de la Sabiduría Tolteca, donde se recomienda en primer lugar, no suponer, no dar nada por supuesto; honrar las palabras, ser coherente con lo que se hace y con lo que se piensa; hacer siempre lo mejor, si siempre se hace lo mejor, nunca te recriminaras y no te arrepentirás de nada y por último no tomar nada personal, en la medida que alguien te quiere lastimar, se lastima a sí mismo y el problema es de él, no tuyo.
El momento de romper las viejas estructuras ha llegado. El tiempo de romper paradigmas es ahora, no mañana; los jóvenes empujan y lo hacen fuerte, están mejor preparados y tienen su conciencia limpia. Se requiere sangre nueva que oxigene a nuestro país, gente que haga y dé el máximo, no a cortapisas, ni con mediocridad, ni tampoco con intereses mezquinos.
Contrariamente a lo que se espera, la solución no se dará en masa, sino desde el individuo. Millones de gotas de agua pueden formar un océano, pero sin perder de vista la individualidad de cada ser humano. El cambio es la única constante en la vida. Si no cambiamos, la vida es dura. Se siente como un castigo.Solamente así se trascenderán fronteras.
Aprendamos de nuestros errores, estudiemos nuestra historia, tenemos ejemplo de gente grandiosa en nuestro país. No necesitamos importar de otras partes del mundo. En México hay talento y recursos ¡Y muchos! masryram@msn.com