Opinión No. 43 viernes 03 de febrero de 2017
Por Marisú Ramírez
“Tarde o temprano, tendremos nuestro turno de estar en la posición en la que una vez tuvimos a otra persona”
Ashly Lorenzana
Karma es una palabra en boca de todos, pero lograr entender todo lo que entraña, es verdaderamente complicado. Algunas veces se confunde con la palabra “Destino” que en esencia es una fuerza desconocida de la que se cree actúa de forma inevitable sobre las personas y los acontecimientos.
El destino proyecta que todo está predeterminado y que no se tiene opción, en cambio el karma pone el futuro en nuestras manos. La ley del karma trabaja con las acciones de las personas y se basa en la Ley Universal de Causa y Efecto, donde se afirma que cada acción provoca una reacción igual u opuesta.
La rueda del karma puede ser eterna. En una vida eres el agresor y en la inmediata siguiente eres la víctima y así sucesivamente. La cadena se corta cuando la víctima decide perdonar, lo que disuelve el karma. Algunas personas sólo realizan un juego intelectual y en cuanto tienen otro problema con la persona, el resentimiento y los reproches aparecen instantáneamente “Perdono, pero no olvido”.
Existe una forma de cortar el karma, un hombre perjudica a una mujer en esta vida, ella sentirá un gran deseo de vengarse y perjudicarlo, pero como se ha elevado espiritualmente elije perdonarlo y no responde al impulso negativo, el karma ha sido interrumpido gracias a su decisión de perdonar. La otra cara de la moneda, ella no está consciente de la situación y elije perjudicar al hombre y él ahora está consciente de lo que le ocurre por que comprende que es parte de la ley de causa y efecto y entonces elije perdonarla, por lo que el karma se interrumpe. Solamente hace falta que una de las partes decida perdonar para poner fin al conflicto.
En este mismo sentido, existe una sed de justicia que en apariencia no se da en este plano, la Justicia Divina se da a través de la Ley Universal de Causa y Efecto y no por el deseo o ego de las personas. Es importante conocer la dualidad del karma, si hacemos mal, obtendremos mal; si
hacemos bien obtendremos bien, aunque quizá los favores nunca provengan de las personas a quienes hemos ayudado, se cree que favor con favor se paga —error común—. No funciona así.
El karma une a las personas y las mantiene conectadas a través de distintas vidas, reencarnamos en grupos en los que vamos intercambiando roles, madre, hija; hija, madre. Es por eso que algunos hijos tienen una actitud autoritaria hacia sus padres, ocurre cuando el recuerdo de vidas pasadas aún está vigente en el cuerpo emocional, hay amigos que parecen hermanos y hermanos que parecen extraños, también hay parientes que parecen ser rivales o enemigos.
El universo nos hace nacer bajo una misma sangre, en un intento de conciliar nuestras almas. No solo se intercambian roles, sino también sexo, si en esta vida eres mujer, en la anterior fuiste hombre. Además se nace dos veces bajo el mismo signo astrológico y así nuestra alma recoge la experiencia completa, nos reencontramos con las mismas personas a lo largo de numerosas vidas.
Podemos tener la habilidad de engañar a otros, pero no podemos engañar al universo, el principio de causa y efecto está operando permanentemente y nadie puede escapar a eso. Tarde o temprano tenemos que reparar el daño que hemos ocasionado o por el contrario recibir el beneficio de haber hecho bien las cosas, en su momento.
En la Era de Acuario, todo está cambiando, entre ellas el karma, el proceso de pagar nuestras deudas esta acelerado; lo que antes nos llevaba varias vidas entender y saldar ahora se realiza en esta reencarnación, si hoy perjudicas a alguien, es probable que te toque pagarlo mañana mismo, no en la próxima vida.
En este mismo proceso se descubre la unidad, el hecho de que en realidad todos somos uno solo, por ello tenemos la percepción de que todos estamos conectados. Es importante ayudarnos mutuamente y perdonarnos, debemos ajustarnos a estos cambios cósmicos para ayudar a la evolución planetaria a despertar amor. masryram@msn.com