Violencia de género o el traspaso del respeto humano

Por Claudia Ubaldo

 

Sabemos que México es uno de los países con más violencia de género y que en la mayoría de su sociedad predomina el pensamiento machista como dominación masculina. Como hemos notado, recientemente en redes sociales nos mostraron cientos de casos de hostigamiento sexual que durante años ha padecido la mujer en México,  pero que en ese mismo lapso quedó oculto tras los prejuicios y miedos de quienes lo vivieron. Cada día se sufren diversas maneras de acoso y hostigamiento sexual por parte de hombres lascivos que sobrepasan la línea del respeto.

De ahí la importancia de crear una división, ya muy marcada inclusive en el trasporte colectivo.

Ahora bien, preguntémonos: ¿Se ha evitado la violencia de género dividiendo inclusive el Sistema de Transporte Colectivo Metro, en el cual diariamente viajan más de cinco millones de usuarios? Honestamente no lo parece así. La división se ha hecho más grande en los últimos años generando más alejamiento y división entre géneros.

Lo anterior provoca entre de los usuarios varones una molestia por no poder usar cualquier vagón que se encuentre disponible, pero también  ha causado que ciertas mujeres se sientan en todo momento agredidas y con poder de sacar de estos vagones a cada hombre que se atreva a entrar.

De esta forma vemos que, como la mujer es violentada diariamente, también existe el otro lado: mujeres que se han dedicado a prácticamente defender el territorio como si fuese suyo y llegan a generar la misma conducta de rechazo hacia el otro, igualmente de forma violenta. Está visto que nuestro sistema de trasporte es muy deficiente y que la gente solo está desesperada por llegar a sus lugares de destino; parte de esta problemática también radica ahí, pues los vagones divisionales se ven traspasados para poder encontrar un lugar dentro del tren.

Pero lo malo no radica ahí. Cuando ya vamos más allá surge un problema mayor. La mayoría de las ocasiones exigimos respeto pero no lo damos, pues también hemos notado cómo las mujeres sacan a los varones a punta de gritos y golpes para que se cambien de vagón o mujeres que han obtenido provecho para estafar a estos hombres, para quienes su único error fue subirse al vagón exclusivo para mujeres y niños.

Por ello, notamos que a partir de que se fijó más la mirada sobre la violencia de género – que sin duda es más predominante pero no exclusiva hacia la mujer-, vemos también que ahora ciertas féminas han hecho valer este supuesto derecho de viajar seguras pero más que crear un ambiente cordial lo hacen  para sentirse sedientas de poder y no de igualdad.

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