Por Marisú Ramírez
…he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión…, decimos al rezar el Yo pecador. Casi todos consideramos “pecado” algo malo que hemos hecho, y menos común es sentir que pecamos cuando hemos pensado o dicho algo incorrecto, pero, cuando dejamos de hacer algo que deberíamos, pensamos que no estamos cometiendo ningún delito ¡craso error!
Los griegos lo definían como fallo de la meta o no dar en el blanco; para los hebreos, significa errar; el concepto religioso aún vigente de pecado como ‘delito moral’ alude directamente a la trasgresión voluntaria o involuntaria de normas o preceptos religiosos; en las Sagradas Escrituras se ha entendido el pecado como el alejamiento del hombre a la voluntad de Dios. Otras corrientes lo definen como una falta contra la razón, la verdad y la conciencia recta, que hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. Si bien, todo pecado es personal, como acto de libertad de un solo hombre en particular y no propiamente de un grupo de personas.
Pero, ¿qué es un pecado social? La solidaridad humana tan misteriosa e imperceptible como real y concreta, el pecado de cada ser humano repercute en cierta forma en los demás. Por ello, cuando se habla de faltas a la ética o a la moral colectiva, donde existen denuncias a determinadas situaciones o comportamientos colectivos de grupos sociales, o de tendencia generalizada por la acumulación y la concentración de muchos pecados personales; estamos hablando de “Pecados Sociales”. El Vaticano ha actualizado la lista exhibiendo una atención especial a éstos, cuya comisión va en contra de la Justicia en las relaciones entre persona y persona, entre la persona y la comunidad, y viceversa.
Según Jorge L. Beléndez, el pecado social se crea ”…cuando se favorece o se explota la iniquidad, la injusticia, la maldad. Cuando se puede hacer algo por limitarlo, evitarlo, eliminarlo como mal social, ya sea en forma de injusticia, corrupción, negligencia, irresponsabilidad, o cualquiera otra forma, pero no se hace por pereza, miedo, complicidad activa o pasiva, coparticipación, comodidad, conveniencia, por equivocadamente pensar que nada se puede hacer ante la magnitud del pecado o el pecador, cuando se le huye a las consecuencias y el sacrificio de hacer lo correcto, ese es el origen, el germen, del pecado social.”
La Omisión
La falta de compromiso de los diversos sectores sociales que saben lo que tienen que hacer, pero no lo hacen; si bien es cierto, los esfuerzos gubernamentales son pocos, pero la participación ciudadana es escasa o prácticamente nula. La responsabilidad debe ser compartida, las implicaciones sociales por omisión tienen un alto costo, el número de víctimas crece de forma impresionante y los infractores continúan impunes.
Esto tiene serias implicaciones para todos, los que conformamos la sociedad; la cual debe ser, siempre, una fuerza activa y visible, protectora y guardiana de los más débiles. Si logramos entender que no hacer lo bueno es tan condenable como hacer lo malo y dejar de vivir creyendo que con hacer lo que nos toca o evitar realizar algún mal, con ello nos hemos ganado el cielo. Démonos cuenta que estamos haciendo lo que no nos cuesta, y de esta forma somos igual que los demás, es más valioso marcar la diferencia, siendo más participativos, dejar la apatía de lado, la falsa creencia de que nosotros no podemos hacer nada y dejar que las autoridades sigan con sus esfuerzos vanos, consideremos que la diferencia está en que nadie es más fuerte que todos juntos.