El 6 de agosto de 1945, la ciudad japonesa de Hiroshima fue devastada por el lanzamiento de una bomba atómica, diseñada para obligar al país a rendirse y lograr el fin de la Segunda Guerra Mundial. Tres días más tarde, una segunda bomba fue lanzada sobre la ciudad de Nagasaki.
Los atentados se han convertido en símbolos del horror de la guerra y un recordatorio de como el mundo y Japón han evolucionado después de los más atroces conflictos mundiales.
Durante la Conferencia de Potsdam, Estados Unidos, la URSS y el Reino Unido se reunieron para discutir las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial y sus secuelas tras la rendición de la Alemania Nazi. Tras la reunión se entregó a Japón la Declaración de Potsdam. En esta se pedía la rendición incondicional y una advertencia de ‘destrucción inmediata y absoluta’ en caso de incumplimiento.
El gobierno de Japón ignoró la Declaración de Potsdam. Como consecuencia de esto el presidente estadounidense Truman autorizó el uso de un ataque agresivo, un nuevo desarrollo, de la bomba atómica. Las ciudades de Hiroshima y Nagasaki fueron las seleccionadas como objetivos del bombardeo, el Enola Gay B-29 fue seleccionado para la misión cuyo nombre en código era ‘Operación Centerboard I’.
El ‘Enola Gay’ lanzó la bomba atómica conocida como ‘Little Boy’ sobre Hiroshima, devastando la mayoría de los edificios de la ciudad. Entre 40.000 y 80.000 personas fueron asesinadas en el primer día, con una cuenta de más de 200.000 personas que se vieron afectadas como resultado de lesiones, o enfermedad por radiación en los siguientes meses. En la foto, un reportero se ve de pie entre las ruinas de la ciudad.