El Presidente Otto Pérez Molina renunció este jueves bajo graves acusaciones de corrupción, luego de cinco meses de protestas que ahora se han convertido en festejos por todo Guatemala. Las circunstancias en las que dimitió el mandatario han causado un alboroto entre líderes de opinión, mexicanos y extranjeros. Comparan su situación con la que ha protagonizado el Presidente Enrique Peña Nieto por sus presuntos conflictos de interés de los que ha sido absuelto. Un tema que, reconoció ayer –y lo ha dicho en otras ocasiones–, ha llevado a la desconfianza y al reclamo.
Pérez Molina es acusado de liderar la red de corrupción aduanera conocida como “La Línea”. Sobre él pesa una orden de captura tras perder el pasado 1 de septiembre la inmunidad de la que gozaba por su cargo. La crisis en el gobierno del ex general retirado, quien tomó posesión el 14 de enero de 2012, estalló en abril pasado cuando el Ministerio Público (MP) y la Comisión Internacional Contra la Impunidad de Guatemala (Cicig) desarticularon a la red de corrupción que operaba en las aduanas del país.
El rechazo a la gestión del Presidente guatemalteco quedó demostrada el pasado 27 de agosto cuando unas 100 mil personas llenaron durante más de 10 horas la Plaza de la Constitución para exigir su renuncia. Pérez tampoco tuvo el respaldo del Congreso, cuando 132 diputados por unanimidad votaron a favor de retirarle la inmunidad. Tampoco encontró apoyo en su último bastión, la Corte de Constitucionalidad (CC), donde también por unanimidad fueron rechazados dos amparos que había interpuesto contra el trámite de retirada de su inmunidad.
La salida de Pérez Molina es producto básicamente de dos eventos: una clase política que supo enfrentar al Presidente e instituciones independientes que fueron escalando el caso. En México, sin embargo, esas condiciones no se dieron igual. El caso de posible corrupción de Peña Nieto y su esposa, Angélica Rivera, así como el de Secretario de Hacienda Luis Videgaray –a quienes vincula a empresas constructoras ampliamente beneficiadas con contratos–, fueron sometidos a un subordinado del mismo Poder Ejecutivo, mientras que las fuerzas políticas de oposición, Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) guardaron un largo silencio en casos como la “casa blanca”, destapado por un equipo de periodistas encabezados por Carmen Aristegui.
Ayer, Enrique Peña Nieto reconoció en el mensaje de su Tercer Informe que su gobierno vive una crisis de credibilidad y que, por distintos eventos –entre ellos los cuestionamientos por corrupción o conflicto de interés–, hay indignación y molestia social.
“El último año ha sido difícil para México. Nuestro país se vio profundamente lastimado por una serie de casos y sucesos lamentables. Los hechos ocurridos en Iguala o la fuga de un penal de alta seguridad nos recuerdan situaciones de violencia, crimen o debilidad del Estado de Derecho. Señalamientos de conflictos de interés que incluso involucraron al titular del Ejecutivo así como denuncias de corrupción en los órdenes municipal, estatal y federal y en algunos casos en el ámbito privado han generado molestia e indignación en la sociedad mexicana”, dijo ayer Peña Nieto.
En este contexto, y desde antes de que el Presidente Pérez Molina dimitiera a su cargo, políticos, líderes de opinión, periodistas y ciudadanos mexicanos en general alzaron la voz y cuestionaron el funcionamiento de las leyes de y los contrapesos de los poderes constitucionales de México.
“Brozo” escribió en su cuenta (@brozoxmiswebs) de Twitter: “El Informe en resumen: Pobre México tan lejos de Guatemala, y tan cerca de la recesión de Canadá. ÓRALE!”. Luego agregó: “Guatemala dio cátedra a México para que no confunda la división, con la sumisión de poderes”.
El periodista mexicano Jorge Ramos, uno de los hispanos más influyentes en Estados Unidos, se expresó en el mismo sentido mediante un mensaje publicado en su cuenta de Facebook:
“Guatemala, una vez más, está dando ejemplo de cómo lidiar con la corrupción. México tiene mucho que aprender. Urge que el investigador de Naciones Unidas, Iván Velázquez, vaya a México, invitado por el congreso, para entrarle de manera independiente a los casos de la Casa Blanca y de la casa de Videgaray en Malinalco. Claro, sí se puede. Sí, Iván Velázquez a México. Y -ojo- a ver quien dice que no. (Dirán no quienes tienen cola que les pisen)”.
Horas después, cuando Pérez Molina presentó su renuncia ante el Congreso de Guatemala, Jorge Ramos agregó en su perfil de Twitter:
“Maravillosa, impresionante y, sobre todo, efectiva la indignación de los guatemaltecos. Mis respetos. 2 investigaciones de corrupción distintas: en Guatemala la hizo ONU y Presidente renuncia; en México la hace subordinado y pdte es absuelto”.