Investigadores mexicanos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realizaron las primeras pruebas de exploración con el robot Tláloc II-TC, en el último tramo del túnel que se encuentra bajo el templo de la Serpiente Emplumada, donde hallaron tres cámaras subterráneas.
Cuando se anunció el proyecto con Tláloc II-TC, los arqueólogos tenían previsto descubrir sólo una cámara, pero el hallazgo de estas últimas horas alentó aún más la investigación.
En su recorrido el robot, que fue diseñado por ingenieros del Instituto Politécnico nacional (IPN), pudo tomar las primeras imágenes a través de su escáner, las cuales arrojan esperanzas de que se puedan encontrar los vestigios de gobernantes teotihuacanos, que durante años se han buscado y no han sido localizados.
Las investigaciones se realizan a 14 metros bajo la superficie de la zona arqueológica de Teotihuacán, a unos pasos de ingresar a lo que debió ser la representación del inframundo teotihuacano. El lugar, sellado por los antiguos pobladores de la ciudad hace casi dos mil años, debió imitar una noche estrellada: sus muros aplanados de adobe y decorados con polvo luminoso –una mezcla de pirita, hematita y magnetita– era “oscuro, frío y húmedo”.
Los especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) introdujeron al robot Tláloc II-TC por la pequeña rendija que se formó entre el relleno y la parte superior del conducto.
El túnel fue encontrado de manera fortuita en 2003 cuando la lluvia abrió un orificio a pocos metros del Templo de la Serpiente Emplumada. Su exploración, sin embargo, comenzó en 2011, aunque desde el primer momento los especialistas han creído que revelará “algo importante”. Las primeras evidencias demostraron que fueron los mismos teotihuacanos quienes clausuraron el túnel y que fue hecho con herramientas rudimentarias, las huellas en la piedra aún persisten.
Casi no hay duda de que el túnel fue un lugar sagrado, cuando se excavó los antiguos teotihuacanos buscaban el nivel freático para imitar el inframundo.