Policía de vocación, madre de corazón

Uno de los trabajos más arriesgados es ser policía y la dificultad aumenta cuando se trata de una mujer. La oficial Guadalupe Martínez conoce bien esta situación, ya que combina las labores policiales con la de madre, pues tiene un hijo de apenas 3 años de edad.

Guadalupe Martínez nació hace 33 años en el poblado de La Cañada, municipio de Talpa de Allende, es la primera de seis hermanos.

Comenzó su carrera policial el 22 de mayo del 2002, de tal forma que ya cuenta con una trayectoria como oficial de la Policía Preventiva de 14 años dentro de la Dirección General de Seguridad Ciudadana y actualmente su cargo es de comandante.

Es madre del pequeño Osmar, de 5 años de edad, a quien considera su más grande tesoro, de hecho agradece a Dios la dicha que le da por ser madre de familia y tener un trabajo del cual disfruta y considera apasionante,

Por la admiración que siempre ha tenido por la autoridad responsable de resguardar la integridad de la ciudadanía, decidió incursionar en las filas de la dependencia policiaca, en donde su primer gran compromiso fue reforzar la seguridad en la franja turística; posteriormente fue elegida para formar parte del grupo de la Policía Ecología, poco después de le asignó el cargo de comandante en la unidad de Atención Especializada a la Mujer y actualmente se encuentra de responsable en Base CARE, lugar en donde labora desde hace tres años.

Durante su trayectoria policial, Guadalupe se ha enfrentado a diferentes retos, desde el ingreso a la corporación cuando sólo se contaba con un grupo pequeño de mujeres policías y su familia la instaba a abandonar tan riesgosa profesión. “Me decían que era un trabajo solamente para hombres, pero se fueron dando cuenta que cada vez había más mujeres policías y ya lo fueron asimilando, pero sin duda fueron difíciles los primeros años. Ha habido casos en que otras compañeras sufren discriminación por ser mujeres, pero en lo personal siempre me han respetado”.

Expresa que ha aprendido a realizar su trabajo en coordinación con sus compañeros, de quienes se ha ganado su confianza en base a su responsabilidad y hambre por trascender.

Una de las experiencias más fuertes que la ha marcado fue cuando acudió al escenario de un terrible accidente, en el que una mujer que conducía una motocicleta y llevaba a bordo a un niño de tres años, perdió el control y se impactó. Vio cómo perdía la vida el pequeño. “Mi bebé tenía unos seis meses de nacido y esa imagen fue impactante, pues antes de ser policía uno es ser humano”.

Recuerda con gran dicha la llegada del pequeño Osmar, considera que vino a este mundo para cambiarle su vida, pero también atesora que ha hecho grandes amigos y amigas dentro de su grupo de trabajo, los cuales la han apoyado de manera incondicional.

Refiere que antes de ingresar a las filas de la corporación, su ilusión siempre fue ser secretaria, la labor de oficina le apasionada, sin embargo, considera que tomó la mejor decisión en su vida al lograr ser, con su propio esfuerzo y dedicación, Policía Municipal, profesión que volvería a elegir si volviera a nacer.

Guadalupe, pensando como madre y oficial a la vez, envía un mensaje a la gente para que no inculquen a sus hijos el temor a los policías. “He tenido malas experiencias con ciudadanos que le dicen a sus niños que no se porten mal porque se los va a llevar el policía, yo les digo que al policía hay que tenerle confianza porque si hay necesidad los pueden ayudar”.

Al cabo, Guadalupe invita también a los padres de familias para que platiquen con sus hijos y fomenten en ellos la cultura de prevención de accidentes, así como la práctica del deporte, en lo cual ella misma pone el ejemplo a su pequeño hijo.

 

 

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