OJO POLÌTICO

Ramón Frías Frías

 

  • Eduardo Blass

 

Los filarmónicos de Puerto Vallarta se encuentran de luto con el fallecimiento de Eduardo Blass Silva, uno de los grandes maestros que hicieron historia en la música y que dieron entrada para que hubiera calidad, pero sobre todo dar enseñanza en ese arte.

El lunes por la tarde y luego de mi estancia en la ciudad de Guadalajara, fui a visitar a los compañeros músicos de la Sección 270 en el edificio que construyera el sindicato durante la gestión como secretario general, de don José Espinoza Trujillo.

Ahí fui informado de la gravedad de don Eduardo Blass, Lalo para los amigos y por la noche al filo de las 22:00 horas, sonó el teléfono del secretario general, Antonio Espinoza Trujillo, a quien le dieron la triste aunque ya esperada noticia, del fallecimiento del virtuoso del saxofón.

Blass Silva había cumplido el 13 de octubre pasado su cumpleaños número 71, dado que había nacido en Santa Ana Tlacayopan en esa fecha, del año 1941. Hijo del matrimonio formado por Isaac Bernardino Blass y doña Luciana Silva Rodríguez.

A Eduardo le sobreviven su esposa Irma Gallegos García y sus tres hijos de nombre Eduardo Román, Irma Argentina y Aimee Isela, quienes estuvieron al pendiente durante muchos días en el hospital del IMSS, donde Lalo recibió las últimas atenciones médicas.

En el sindicato de Filarmónicos Sección 270 se encuentra el registro de ingreso fechado el 26 de agosto de 1969 y desde esa fecha hasta los días recientes, el maestro Lalo, para muchos de los integrantes del gremio, siempre fue el maestro.

En los eventos organizados por la Sección 270 con José Espinoza Trujillo, luego con Luis Uribe y hasta su muerte con Florentino Espinoza, siempre fue pieza importante y mentor de muchos de quienes ahora se encuentran en grupos de renombre y sobre todo alumnas, que reconocen a su iniciador en el hermoso aunque difícil arte de la música.

En un tiempo de los gobiernos municipales en el siglo pasado, Eduardo Blass fue el director de la banda de música municipal, pero al mismo tiempo se dedicó a preparar elementos de todas las edades en la escuela de música del sindicato, siempre en el edificio de los músicos de Río Balsas y Río Po de la colonia Agua Azul.

En el gobierno encabezado por Aurelio Rodríguez Garza, fue organizado un concurso mediante el cual, sería instituido el Himno a Puerto Vallarta, y adjudicado el primer lugar a Félix Fernando Baños en lo que refiere a la letra, para que posteriormente, fuera Eduardo Blass el autor de la música.

De su trayectoria sindical puede decirse que siempre estuvo ocupado en alguna cartera, dado que fue primeramente secretario de Trabajo y Conflictos de la Sección 270 y posteriormente secretario de Actas y Acuerdos hasta su fallecimiento.

En julio del presente año fue confirmado en la Secretaría de Actas y fue en ese evento donde presentó una marcha, dedicada al secretario general de la FTJ-CTM en Jalisco, Rafael Yerena Zambrano, como reconocimiento a su trayectoria y liderazgo “porque no soy barbero”, diría en esa ocasión, luego de dirigir la orquesta y coro que estrenaron en el evento.

En la página de Teresita Salomé Navarro, ahora reconocida saxofonista y quien subió a la red una página de internet, dice que nació en Mazatlán y creció en este puerto, donde a sus quince años, fue alumna del maestro Ignacio Rosales y posteriormente de Eduardo Blass y ahora como solista les dedica un recuerdo a sus maestros, con quienes inició.

En la plática con los compañeros del sindicato y mientras las notas de la marimba acompañan en el salón el cuerpo del ahora fallecido, Jorge Luis Ortega, uno de sus alumnos, me comenta que en su momento y en su andar por el mundo de la farándula, Eduardo Blass fue nominado como mejor jazzista en Guadalajara. A mi me inició Lalo Blass, recuerda Jorge, quien menciona sus inicios, primero como chalán y posteriormente con la oportunidad de darle a la batería.

Las saxofonistas de la Banda Municipal que actualmente brinda a los vallartenses las serenatas de los jueves y domingos en la plaza de armas, son alumnas de Blass Silva, tanto Karina como Karla Verónica.

Otro que recuerda las enseñanzas de quien es velado en el edificio de los Filarmónicos Sección 270, es Agustín Suárez, Guty para los compas, quien con tristeza por la muerte del compañero, nos comenta que de no ser por su maestro, no sería músico.

Yo venía de ser músico empírico, pero el maestro Lalo me enseñó armonía y me inició en la lectura de las pautas, por lo que luego lo acompañé a grabar en HK de Guadalajara, donde en acetato plasmamos el ritmo que era especialidad de Lalo, la charanga ranchera, relata el Guty, quien menciona dos títulos de melodías: “Rumbo al paraíso” y “Matilda”.

En el velorio las anécdotas y la forma de ser de Lalo son narradas por algunos de sus compañeros y sus hoy tristes ex alumnos: Llegué en 1977 y fui vecino de don Lalo, con quien conviví y recibí las primeras nociones de percusión y sobre todo la enseñanza para leer las notas, narra Francisco Rodríguez Pérez, el servicial ecónomo del edificio de los filarmónicos del Agua Azul.

Llegaría por la tarde Antonio González, Tony, quien nos dice que fueron parte con Lalo Blass de un quinteto y que amenizaban en bares y restaurantes de Acapulco, en elparadisíaco Guerrero, con Gerardo Colunga, quien ahora es integrante de la Orquesta Sinfónica de Guadalajara en el piano; con el baterista Miguel Lomelí; Alfredo Nahum en el bajo y desde luego, el saxofonista estrella, Eduardo Blass.

Lalo fue integrantes fundador de Xaliscombo y posteriormente de otros grupos donde es recordado por sus compañeros.

El velorio es en el edificio de los músicos de la colonia Agua Azul y la misa de cuerpo presente será en el templo de San Rafael a las 12:00 del mediodía para despedir al compañero y de ahí partir a la última morada.

Hasta siempre, maestro Blass.

Nos leemos mañana.

 

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