Una figura presidencial debilitada, los casos de corrupción a nivel federal y local, y el hartazgo social fueron una parte importante del caldo de cultivo que llevó al Partido Revolucionario Institucional (PRI) a ser el gran perdedor de las elecciones de este domingo, principalmente en entidades en las que había sido Gobierno por casi 90 años, consideraron analistas.
A pesar de que dos días antes de la elección el Presidente Enrique Peña Nieto inauguró obras viales en el Estado de México y repasó las acciones de seguridad emprendidas durante su administración, sus bajos niveles de popularidad tanto personal como de su Gobierno, le impidieron durante todo el proceso, realizar algún tipo de acción a favor de su partido.
“Peña no pudo hacer campaña a favor de su partido a nivel local porque sabía que con sus bajos niveles de aprobación, no podía hacer campaña. Con una popularidad de entre 30 por ciento, y la percepción general negativa de su Gobierno, que ronda el 60 por ciento, era imposible que hiciera algo para ayudar al PRI”, señaló a SinEmbargo, Gerardo Rodríguez Sánchez Lara, Coordinador académico del Centro de Estudios sobre Impunidad y Justicia (CESIJ) de la Universidad de las Américas en Puebla (UDLAP).
Escándalos como “casa blanca” –la casa que la Primera Dama, Angélica Rivera Hurtado compró a grupo Higa–, la concesión de obras a grupos de constructores como la española OHL e Higa, el exceso en gastos durante las giras presidenciales y la compra de otras casas a contratistas que nunca se aclararon por parte del mismo Peña Nieto y de su Secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray Caso, son sólo algunos de los factores por los que el mismo PRI sabía que el Presidente “no podía ser factor de ayuda a las candidaturas”.
La reacción del Gobierno federal ante casos de impunidad como la desaparición los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, en septiembre 2014, y en matanzas como Tlatlaya y Tanhuato, también abonaron a la derrota priista, en entidades como Veracruz, Durango, Quintana Roo y Tamaulipas.
“El Presidente tenía todo a su favor para hacer una administración ganadora. Ha tenido factores en contra como los precios del petróleo, pero algo de lo que la gente se dio cuenta es que en primer lugar no debió apoyar la corrupción de gobernadores; en segundo lugar, solapar la corrupción e impunidad de personas allegadas a él y a su partido político; sólo ha sido una tapadero de corrupción, su misma actuación ha sido corrupta por los favoritismos que han tenido empresas como Grupo Higa. Se ha dedicado a ser la tapadera de otros y a no solucionar crisis como la de los 43, la masacre que involucró a militares en Tlatlaya, Tanhuato…”, expresó por su parte Guadalupe Correa Cabrera, profesor Asociado de la Universidad de Texas.