“Por intercesión de San Blas, te libre Dios de los males de garganta”, es el rezo tradicional al santo patrono del histórico puerto nayarita y viene bien encomendarse así cuando se acercan sus festividades. Si bien el santo fue considerado durante siglos como el protector de los cazadores, las coloridas fiestas que ahora se celebran en su nombre invitan al júbilo y a los tradicionales guacos, pequeños gritos con los que los lugareños expresan su alegría, de los pescadores. Por eso, el rezo antiguo es más que adecuado incluso en un lugar con un clima privilegiado como el Puerto de San Blas, en el corazón de Riviera Nayarit.
Cada 3 de febrero, sin faltar un solo año desde hace decenios, en San Blas se festeja al santito con una tradición que le quita el aliento a cualquiera por la alegría de la cual se reviste, por el fervor de los habitantes, por el colorido de la celebración pero sobre todo por la originalidad que le han impreso los pobladores.
Las actividades comienzan de madrugada, con la entonación de Las Mañanitas y una misa de Gallo, como se acostumbra prácticamente en todo el país. Desde ese momento comienzan las danzas de los concheros, con sus típicos trajes inspirados en las culturas prehispánicas y no cesan sino hasta las tres de la tarde, cuando la imagen de San Blas asoma en el atrio.
El protector de los cazadores sale así de la cueva, haciendo una analogía con la vida del verdadero santo, quien se ocultó en las montañas para desde ahí dirigir, animar y brindar socorro a los cristianos durante la persecución de Diocleciano.
Ahora, San Blas sale de la iglesia y lo hace para bendecir las aguas del mar, para que los nayaritas tengan buena pesca, para que sus embarcaciones enfrenten aguas mansas, para que la prosperidad llegue al puerto fortificado.
Primero una procesión pedestre lo lleva desde la iglesia hasta los muelles entre cánticos y rezos. En el embarcadero ya lo esperan las embarcaciones, adornadas especialmente con flores. Uno de los barcos camaroneros encabeza la flota, que integra hasta más de 50 embarcaciones, desde los enormes pesqueros hasta las barcazas más humildes, todas se ofrecen a los peregrinos sin costo alguno para continuar el recorrido ahora por mar.
Ahí, en el medio del océano, los rezos continúan, mientras los sacerdotes lanzan las bendiciones a un mar que ha colmado a esa población de riquezas naturales. La devoción continúa con una tradicional misa en la playa y la procesión de regreso a la iglesia.
Con el santo en casa el júbilo comienza. Los fuegos artificiales llenan de color ahora el cielo y los tronidos del castillo más espectacular de la región se prolongan por más de una hora. Es una celebración que invita a cantar y gritar hasta que se agota la garganta, por eso es que viene bien encomendarse, desde antes, a la especialidad del santo.
Y la fiesta está próxima, por eso: “que por intercesión de San Blas, nos libre Dios de los males de garganta”.
Si programas tu visita para esta fiesta, vale la pena considerar tomarse unos días previos para vivir también los festejos en honor al cura José María Mercado, uno de los más aguerridos independentistas cuyo mayor logro es haber tomado a favor de los libertadores, sin hacer un solo disparo, las plazas nayaritas de Tepic y San Blas. Durante este festejo, las bandas de guerra de las instituciones educativas de la región compiten en un desfile que los lleva desde el centro de la ciudad hasta la Contaduría, un casco fortificado desde donde se administraba todo el comercio del puerto en la época de La Colonia.