Rivera se ha visto obligada a abandonar el bajo perfil que ha mantenido desde que su esposo llegó a la presidencia.
La mujer que sonreía tímidamente detrás del nuevo presidente de México, Enrique Peña Nieto, tras la toma de posesión del mandatario, en 2012, no es una cara nueva para la mayoría del país.
Por el contrario, Angélica Rivera es una de las actrices de telenovela más populares entre los mexicanos.
Ahora está en el ojo de la tormenta, por el escándalo relacionado con la polémica mansión que mandó a construir en un lujoso barrio de la capital del país, y que dijo haber financiado con sus propios recursos.
En un video este martes, la actriz señaló que la casa había sido parte de la negociación por la terminación de su contrato con Televisa. Rivera detalló los montos que había recibido por parte de la compañía y los que había declarado a impuestos y anunció su decisión de vender los derechos sobre la polémica mansión.
“He trabajado toda mi vida y gracias a eso soy una mujer independiente”, dijo.
Este miércoles, la red social Twitter está tomada por el tema en México: los términos “Angélica Rivera”, “Gaviota” (uno de sus personajes de telenovela más populares), “Televisa”, “Primera dama”, “Las lomas” (el sector donde se encuentra la mansión) y el hashtag #CasaBlancadeEPN figuraban entre los tópicos más discutidos en ese país.
Muchos recurrieron a la red para manifestar su escepticismo sobre el origen del dinero con que se financió la mansión.
Rivera se ha dedicado a acompañar a Peña Nieto en sus compromisos nacionales e internacionales.
“Si Televisa le dio a Angélica Rivera 139 millones por finalizar su contrato… ¿Se imaginan cuanto le darán a Chabelo?”, se preguntaban algunos, en alusión al actor mexicano con más de 60 años de trayectoria, mientras que la presentadora de televisión Martha Debayle aseguraba llevar “los mismos años que la Gaviota trabajando en #Televisa y no pagan lo que ella dice”.
Entretanto, el último comentario en la cuenta de Rivera, @AngelicaRive_, data del 29 de agosto pasado.
¿Pero quién es la primera dama de México?
De la televisión al altar
Hace sólo unos años, su rostro y su personaje de “La Gaviota” era ovacionado en todo el país como protagonista de una de las telenovelas de mayor rating de la historia “Destilando amor”, una versión de la colombiana “Café con aroma de mujer”.
“Partiendo de que la telenovela es la religión más venerada de este país, pues teníamos casi a una mujer virginal frente a las pantallas contando esta historia del tequila”, contó a BBC Mundo en 2012 el periodista Alberto Tavira, autor del libro “Las mujeres de Peña Nieto”.
Sin embargo, la mujer que vieron las cámaras en aquella toma de posesión no se parece tanto a aquella. Su transformación era evidente: atuendo, pelo y maquillaje clásicos definen a la nueva primera dama de México.
Actriz y presentadora desde finales de los 80, Rivera se inició participando en videos musicales de artistas como Verónica Castro y Luis Miguel a los 17 años y obteniendo la corona de un concurso de belleza que organizaba el diario El Heraldo de México.
Más adelante presentó algunos programas musicales y participó en telenovelas juveniles hasta obtener en 1995 el protagónico en el culebrón que la catapultó: “La Dueña”. Alejada del escándalo, su historia en la pantalla chica escaló rápidamente hacia la cima.
Justo en el punto más alto de su carrera, Rivera se convirtió en la imagen de campaña del entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto.
Para 2009 el romance entre ambos ya era del dominio público. Tan público como lo fue la fastuosa boda en la catedral de la capital de ese estado en noviembre de 2010 acompañados de los seis hijos, frutos de sus matrimonios anteriores.
“Vimos a una mujer que vino a sumarle a la campaña del ese entonces candidato a la presidencia más que a colgarse de su imagen”, dice Tavira.
Escrutinio
Nunca antes la historia de Rivera había sido tan escudriñada por los medios como desde que inició su romance con Peña Nieto.
Su anterior matrimonio con un reconocido productor de telenovelas, la boda religiosa anulada, sus tres hijas fruto de ese matrimonio y sus fotografías en bikini llenaron revistas y redes sociales.
La única declaración de Rivera sobre su pasado la dio a la revista del corazón Quién en 2009: “el día que me casé con el Güero Castro, ése día me divorcié por algo que sucedió entre él y yo después de la boda. Pero eso sólo lo saben mis hijas y yo me lo voy a llevar a la tumba”.
Tampoco se hicieron esperar las especulaciones sobre el romance orquestado como una estrategia de mercadeo que ponía a un político bien parecido, joven y dinámico (representando un partido que en el imaginario colectivo aún estaba plagado de “dinosaurios”) al lado de una popular actriz de telenovelas para conformar la pareja ideal rumbo a las campañas electorales por la presidencia del país.
“No podemos montar nada en el corazón”, declaró Rivera a la revista ante la pregunta de si su romance era un montaje.
Partiendo de ese testimonio, Tavira explica que “construyeron una pareja aspiracional que ganó la atención del público tanto del espectador de telenovelas como del publico de a pie”.
‘La más bonita del mundo’
Ninguna de estas especulaciones dañó la popularidad de la pareja que en seguida ocupó por igual las portadas de revistas del corazón que las de análisis político.
Por el contrario, ante diversas situaciones críticas, la actriz respondió con bajo perfil, como cuando su hijastra reenvió un desafortunado mensaje por Twitter llamando “prole” a los detractores de su padre o cuando se revelaron las infidelidades de su marido a su anterior mujer en el libro “Las Mujeres de Peña Nieto”.
Desde el principio, pocos temieron que la esposa del presidente, a la que algunos medios extranjeros -como el tabloide alemán Bild- llamaron “La primera dama más bonita del mundo”, adoptara un papel protagónico a su llegada a la residencia presidencial, Los Pinos.
Retirada de las series televisivas, ha mantenido un perfil más bien bajo: su presencia se ha limitado a brindar apoyo a Peña Nieto tanto en eventos públicos como a través de internet.
En marzo de 2013 fue nombrada presidenta del Consejo Ciudadano Consultivo para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF). Sin embargo, desde entonces unas pocas notas de prensa reseñan su actividad al frente de la institución. Y alguno ha criticado que no haya usado su popularidad en favor de una causa social.
Pero por ahora la agobian problemas más personales. Y no menos públicos.