El Airbus 321 ruso siniestrado sobre la península del Sinaí el pasado sábado se fragmentó en el aire a gran altitud, según los funcionarios rusos participantes en la investigación de la catástrofe en la que perdieron la vida las 224 personas que volaban desde Sharm el Sheik a San Petersburgo en un vuelo chárter de la compañía Kogalimavia. El ministro de Transportes, Maxim Sokolov, explicó que con los pocos datos disponibles aún no se puede determinar la causa de la tragedia.
El carácter de los restos del avión indica que se deshizo a gran altura, según dijo el jefe del Comité Estatal de Aviación, Alexandr Neradko, citado por la agencia oficial Tass. “La zona donde están esparcidos los fragmentos del fuselaje tiene forma de una elipse alargada de ocho kilómetros de longitud y cerca de cuatro kilómetros de ancho. Todo indica que la destrucción del aparato se produjo en el aire a gran altura”, explicó el funcionario al canal de televisión Rossia 24.
Los impactos térmicos y físicos encontrados por los expertos rusos en fragmentos de las alas de la aeronave, indican que ésta pudo incendiarse en el aire, según apuntó la agencia TASS citando fuentes en instituciones de aviación y transporte de Rusia. Las cajas negras, que ya fueron localizadas, están sólo ligeramente dañadas y en ellas no hay rastros de impactos térmicos, según el ministro de Transportes, Maxim Sokolov.
El domingo por la mañana, un numeroso equipo ruso, formado por más de cien especialistas, emprendió la investigación sobre el terreno en las inmediaciones de la localidad de Hasana. Después de inspeccionar la zona, el director ejecutivo del Comité de Aviación Interestatal, Víctor Soróchenko, dijo que el Airbus 321 “se fragmentó en el aire”. “Es pronto para sacar conclusiones. La destrucción ocurrió en el aire y los fragmentos están esparcidos por una gran superficie de cerca de 20 kilómetros cuadrados”, aseguró Soróchenko a los periodistas rusos. Inicialmente la superficie afectada se había calculado en 15 kilómetros cuadrados. Uno de los cuerpos fue encontrado a ocho kilómetros del lugar donde se precipitó el grueso de la aeronave.
Un total de 171 cadáveres habían sido identificados antes de las cinco de la tarde del domingo, según Vladímir Markin, el portavoz del comité de Investigación. Los cuerpos debían comenzar a llegar en avión a San Petersburgo esta madrugada, según informaba el servicio Fontanka.ru. Acogidos en un hotel próximo al aeropuerto de Púlkovo, los parientes de las víctimas son concienzudamente protegidos de los periodistas por agentes policiales y de seguridad. En la ciudad del Neva el luto nacional del domingo se prolongará dos días más.
El Comité Investigador ha abierto dos expedientes penales, uno por transgredir las normas de vuelo y preparación para el mismo y otro por prestación de servicios sin las debidas condiciones de seguridad. El portavoz del Comité de Investigación, Vladímir Markin, manifestó que se examinan todas las posibles versiones del suceso, incluido un fallo técnico. Esta hipótesis es la más barajada por los representantes rusos.
Miembros de un grupo yihadista afiliado al Estado Islámico en el Sinaí reivindicaron la autoría del siniestro, pero tanto los representantes rusos como los egipcios aseguraron que no existen pruebas de que se tratara de un atentado.
Siguiendo una orden del servicio de vigilancia del transporte, los seis aviones Airbus 321 pertenecientes a Kogalimavia (que operaban bajo la marca Metrojet) han interrumpido sus vuelos hasta que se valoren las causas del accidente. En la investigación y el análisis de las cajas negras participan dos especialistas de la agencia de seguridad de aviación civil de Francia, seis representantes de la compañía Airbus y dos expertos alemanes.
Los detalles que van emergiendo son hasta ahora confusos y contradictorios. Aunque inicialmente se dijo que el piloto del avión había solicitado aterrizar y se había quejado de un fallo del sistema de radio, el ministro de aviación civil de Egipto Husam Kamal dijo que la tripulación del avión ruso no había emitido ninguna señal de socorro antes de la caída. “Era un buen avión. Lo comprobamos todo 35 minutos antes del vuelo”, dijo a la agencia AP un funcionario de servicio de tierra de aeropuerto de Sharm el Sheij.
Por su parte, Tatiana Trujacheva, ex esposa del copiloto Serguéi Trujachev, explicó que éste se había quejado del estado técnico del aparato en una conversación con su hija poco antes de emprender el vuelo fatal.