Por Claudia Ubaldo
La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), desde que comenzó su lucha contra la reforma educativa y la evaluación docente, ha hecho notar cada vez más su presencia realizando marchas que se incrementan en constancia y se han dirigido principalmente a la ciudad de México, generando que la metrópoli se convierta en un caos. Es por esta razón principal que la coordinadora se ha ganado a pulso su mala fama y la nula simpatía de la sociedad.
Después de varios meses de marchas y plantones en el centro de la ciudad, un gran sector de la población no sólo critica a los maestros de estar mal preparados y desactualizados, sino que ahora ya son considerados como flojos y culpables de que la educación en México no funcione.
Y lo que al inicio parecía una lucha por una causa justa este movimiento se ha vuelto de extrema importancia más por intereses políticos que por una lucha social por los derechos del magisterio.
Poco a poco se ha desvirtuado la principal causa de lucha y así como hay quien apoya a la coordinadora, también existe el otro lado que apoya al magisterio que se ha deslindado de las marchas para poder seguir dando clases a los alumnos que se han visto afectados.
Sea cual sea la razón de oponerse a la evaluación docente y a la reforma educativa, es un hecho que bajo la premisa de libertad de expresión y la colusión de partidos políticos en este movimiento ha hecho que éste no pierda fuerza y que al contrario continúe marchando, bloqueando y hasta vandalizando el centro de la ciudad haciendo creer que su causa es justa y que no serán obligados a una evaluación y mucho menos a volver a dar clases hasta que sus demandas no sean escuchadas.
Pero si algo es cierto es que la parte más afectada son aquellos alumnos que no han podido tomar clases desde que el movimiento comenzó, así también la población de la ciudad que debe movilizarse para ir a trabajar o sus lugares de destino y que desafortunadamente fracasan en el intento al encontrarse a un grupo en desacuerdo.
Por último, debemos mencionar la participación siempre protagonista de los líderes de este movimiento, sobre todo Rubén Núñez, a quien precisamente ya la PGR consignó por lavado de dinero.
Lo común en todo movimiento sindical es esto: la lucha por una buena causa pero donde los participantes no obtienen los beneficios a sus peticiones debido a que se convierten en mercenarios y esclavos de quienes, con las manos en la cintura, operan bajo sus propios intereses.