Por Ricardo Mendoza Solís
El corazón se estruja al ver miradas de cientos de inocentes -niños, mujeres, ancianos- quienes de manera lamentable mueren de hambre, padecen la falta de recursos para satisfacer sus necesidades básicas, ante la impavidez de aquellos organismos que fueron creados ex profeso para el auxilio de las poblaciones tercermundistas.
El impacto de la globalización en las estructuras económicas, sociales y marcos ideológicos es un tema en donde no podemos dejar de lado las irresponsabilidades de los gobiernos capitalistas, al crear estructuras que al final de cuentas –o sea en la actualidad- terminaron por beneficiar a la alta burguesía y mantienen en la opresión a miles de millones de personas en el mundo entero.
Debemos aclarar que el impacto de la globalización no recae exclusivamente en el ámbito económico, sino que también permea en cuestiones de moda, costumbres, tradiciones, educación, religión, en fin, la occidentalización de la que han hablado autores como Ianni y Brünner se ve reflejada claramente en la sociedad mundial actual.
Impacto económico y social
Dos de los organismos creados por el capitalismo para, supuestamente, coadyuvar a la integración de todas las naciones al desarrollo económico global, son el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, mejor conocidos como “los bancos del mundo”.
El FMI atiende los aspectos macroeconómicos de las naciones mientras el BM se encarga de la reducción de la pobreza y el desarrollo económico a largo plazo.
Según su página oficial, este organismo tiene como objetivo promover la cooperación monetaria mundial, asignar estabilidad financiera, facilitar el comercio internacional, promover el alto nivel de empleo, el crecimiento económico sustentable y ayudar a reducir la pobreza.
Sin embargo, el papel de este organismo deja mucho que desear, sobre todo si se analiza el incumplimiento de sus objetivos. Ejemplo de ello es la exclusión que hace de aquellos países, generalmente los más necesitados, que no pueden ser miembros del FMI por carecer de recursos para el pago de la cuota de inscripción.
El caso de México, por ejemplo, es lamentable. Ante la escasez de empleos, la pobreza extrema en que vive la mitad de la población, la inseguridad, entre otros problemas, el Senado de la República y la Cámara de Senadores aprobaron en mayo de 2012 un incremento en la cuota ante el FMI. Ahora pagarán más de 14 mil millones de dólares en cuotas, con lo cual la nación azteca subirá del lugar 16 al 14 y su voto tendrá mayor peso. Actualmente, el FMI obtiene más de 365 mil millones de dólares en cuotas.
La pregunta obligada es ¿dónde se ven reflejadas esas estratosféricas cifras?
Por lo anterior, es lamentable observar que los beneficios económicos sean para unos cuantos, ya no digamos países sino individuos.
Si comparamos los objetivos del FMI con la realidad nos daremos cuenta de la ineficacia de esta institución financiera. La economía del siglo XXI tiene una inestabilidad global sin precedentes. Los altos niveles de empleo y el crecimiento económico sustentable siguen siendo utópicos y los niveles de pobreza en el mundo son cada día más alarmantes.
El caso del Banco Mundial es peor. Es inexplicable que siendo su objetivo primordial la reducción de la pobreza y el desarrollo económico a largo plazo, bajo el lema “un mundo sin pobreza”, tenga como requisito principal pertenecer al FMI para que las naciones accedan a sus beneficios: incongruencia total.
Además existen otros organismos como la OMC, FNUAP, OCDE o el G8, que supuestamente fueron creados para promover la cooperación y el desarrollo económico y ayudar a la población mundial, constituidos hasta hoy como meras falacias.
Con tan sólo analizar algunas características de la globalización podríamos entender el impacto que tiene sobre las estructuras sociales actuales. El predominio geográfico del norte sobre el sur, es marcado por sociedades opulentas, hiperdesarrolladas y tecnificadas, con sectores hegemónicos que concentran capital e inversiones y con estados eficientes e instituciones político-jurídicas con funcionamiento regular. En los países del sur –o tercermundistas- ocurre todo lo contrario.
El llamado Darwinismo Social, explicado como la supervivencia del más apto, nos da una idea del tipo de sociedad creada a raíz del capitalismo. Son cada vez más frecuentes los flujos migratorios y el incremento del racismo, la xenofobia y la discriminación es alarmante.
El impacto social lo vemos simple y sencillamente al analizar las cifras sobre pobreza, desnutrición, analfabetismo, escasez de agua, en el mundo. Es lamentable como millones y millones de personas no cuentan con servicios de salud, que una sexta parte de la población mundial no tenga agua potable, que siga habiendo 800 millones de analfabetas en el mundo.
Es lógico que ante este tipo de situaciones los efectos sociales de la globalización sean abrumadores. Tenemos pobreza estructural, deficientes servicios educativos, desocupación y subocupación, injusta distribución de la riqueza, persistencia de enfermedades endémicas, por mencionar algunos.
Impacto cultural
Respecto al impacto de la globalización en la cultura, el sociólogo chileno José Joaquín Brünner, en su libro Globalización Cultural y Posmodernidad, habla de cuatro fenómenos interrelacionados: La universalización de los mercados y el avance del capitalismo posindustrial; la difusión del modelo democrático como forma ideal de organización de la polis; la revolución de las comunicaciones que lleva a la sociedad de la información y, por último, la creación de un clima cultural de época, usualmente llamado de la posmodernidad.
En este aspecto, Brünner analiza la sociedad surgida a partir de la expansión del capitalismo, con una ideología centrada en torno al comercio sin frontera, al impulso tecnológico y a la difusión de modelos políticos de respeto a los derechos y de libertad individual.
El autor menciona que la posmodernidad es la manifestación en la cultura de la civilización material emergente. Es su arquitectura espiritual.
Otro aspecto relevante mediante el cual el sociólogo chileno expone su punto de vista de la cultura globalizada es “el miedo”.
Señala que “el miedo”, “la ansiedad” y “la incertidumbre” son parte medular en el entendimiento de la fenomenología de nuestra época.
Hay miedos latentes donde el hombre no tiene la mínima idea de cómo los resolverá, como el informe que señala que para el año 2025 solamente en los países en desarrollo existirá la necesidad de crear 40 millones de nuevos empleos anuales. Brünner indica que el hombre no tiene la más remota idea de cómo logrará abatir esta situación.
Y es que en la actualidad se habla del miedo a la miseria, a las epidemias, a la violencia, al más allá. Sin embargo, Brünner justifica el miedo en la antigüedad, cuando el hombre no tenía dominio sobre la naturaleza ni poseía los adelantes científicos y tecnológicos de hoy en día.
Señala que las tecnologías disponibles y las ciencias en que se fundan han cambiado para siempre nuestra representación del mundo y nuestra manera de estar en él. Sin embargo, paradójicamente, el conocimiento nos ha vuelto más inseguros.
Otro punto relevante de crítica hacia el capitalismo, es lo que Brünner llama “su carácter destructivo-creativo”. El autor explica que el capitalismo ha ingresado a una nueva fase. Está creando un mundo cuyas reglas de funcionamiento alteran profundamente la organización de las sociedades, la cultura y la política.
Menciona que actualmente la producción estética se ha integrado en la producción de mercancías. Se habla ya de la cultura posmoderna como la “cultura estadounidense”. Y es que la cultura actual está delimitada por el poderío económico y las necesidades de expansión de Estados Unidos.
Como se ha comentado en numerosos foros de discusión, el papel que ha jugado la nación norteamericana como principal influencia ideológica es determinante para entender la globalización. Hoy en día, prácticamente no hay nación en el mundo que no esté sometida a los productos y procesos ideológicos provenientes de occidente, concretamente de Estados Unidos.
La “norteamericanización” –que también pudiera llamarse “britanización”- debe su popularidad a la base multi-étnica, su apertura a la experimentación y su orientación hacia el consumo masivo. Ante ello, las naciones de los cinco continentes se han visto inmersas en el cine de Hollywood, los best-sellers, la música de rock y el pop, los blue jeans, las revistas soft-porno, entre muchos otros productos masivos.
Lo anterior también se explica debido a que la mayoría de los países en desarrollo siguen observando a Estados Unidos e Inglaterra como las sociedades que les representan un cambio en sus “deseos de superación”. Es por ello que son millones de personas de Latinoamérica, África y Asia las que emigran año con año a estos países para estudiar o trabajar; de ahí la expansión de la cultura occidental por todo el mundo.
Y precisamente en este aspecto las nuevas tecnologías de la comunicación han jugado un papel vital para el desarrollo de la globalización cultural.
José Joaquín Brünner comenta respecto a los medios de comunicación que las revoluciones que se han cernido sobre éstos han permitido la creación de nuevos universos culturales. A lo largo de la historia se han desarrollado diversos cambios relevantes en materia de la comunicación, desde el surgimiento del lenguaje, pasando por la aparición de la escritura, el papel y la imprenta, hasta el desarrollo de las tecnologías electrónicas desde fines del siglo XIX hasta nuestros días. Todo ello ha permitido que el mundo tenga un contacto cada vez más cercano y así se moldean sistemas culturales ya no solamente de Occidente hacia el mundo sino viceversa.
Esto ha sido posible gracias a la revolución digital. Internet se ha convertido en el centro de enlace de todos los rincones del planeta. El dato de que cada año desde 1988 la web crece al doble de su tamaño es fiel indicador del impacto de esta nueva tecnología. Hoy en día la interacción de los individuos de cualquier parte del mundo es el común denominador de la sociedad informatizada.
Ética y globalización
Haciendo referencia a la indiferencia de la que habla Brünner, muchas veces los medios posicionan la información en un contexto que va más allá de lo que el periodismo significa. El caso de un fotógrafo que capta la imagen de una niña africana en extrema pobreza, muriendo de hambre y con un buitre acechando al fondo, es reflejo de la forma en que las grandes potencias se mantienen indiferentes ante estos hechos, aun cuando los transmitan a través de los medios de comunicación.
La imagen anterior fue captada en Sudán, uno de los países con el Índice de Desarrollo Humano más bajo del mundo. Se critica la falta de contexto informativo que presentan los medios de comunicación, donde el afán de vender e incitar el morbo de la gente impide que los lectores y la audiencia en general tenga los elementos necesarios para una correcta interpretación de las situaciones.
En el ejemplo de la niña se hace un claro uso del sentimiento moral, para promover la solidaridad, aunque en ningún momento se menciona la causa de la pobreza en dicha nación, que tiene qué ver con un gasto militar desmedido y la desatención total de las áreas de salud.
Tampoco se menciona la pasividad con que actúan en estos casos los países del G8 ni los organismos de “ayuda” como el Banco Mundial.
De esta forma, Brünner se pregunta cómo es posible evaluar la moralidad de los medios de comunicación cuando presentan situaciones angustiantes con la anteriormente señalada, pero que las imágenes en sí representan un importante rating comercial.
Futuro poco promisorio
Tras lo anterior es importante comentar que la occidentalización de la sociedad y el impacto de las tecnologías en medios permiten solidificar la raíz del capitalismo y la globalización en el mundo.
Aun cuando hay muchos organismos llamados “Altermundistas” que son la contraparte crítica a los procesos de globalización, sus intentos por derrocar al capitalismo mundial han sido ínfimos.
Ciertamente el lema de “Otro mundo es posible” no deja de ser un aliciente por el cual luchan personajes como Ignacio Ramonet, Naomi Klein, Susan George, el Subcomandante Marcos, Carlos Taibo, Noam Chomsky, por citar algunos.
Asimismo, organismos como Amnistía Internacional o Reporteros sin Fronteras luchan por preservar los derechos humanos de aquellas personas que sufren los estragos de ciertas decisiones impulsadas por los gobiernos imperialistas.
Sin embargo, la solución a todas las demandas y problemas derivados de la globalización y el capitalismo está a varios años luz de ser posible.
Para culminar, citaré los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio, que desde el 2000 fueron expuestos por las Naciones Unidas para ser logrados a más tardar en el 2015. A tres años de que culmine el plazo, los avances han sido nulos. Juzgue usted.
1.- Erradicar la pobreza extrema y el hambre.
2.- Lograr enseñanza primaria universal.
3.- Promover igualdad de género y la autonomía de la mujer.
4.- Reducir la mortalidad infantil.
5.- Mejorar la salud materna.
6.- Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades.
7.- Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente.
8.- Fomentar una asociación mundial para el desarrollo.
BIBLIOGRAFÍA
- Brünner, José Joaquín; Globalización Cultural y Posmodernidad; FCE, Colección Breviarios; México, 1998.
- http://www.animalpolitico.com/2012/05/es-oficial-mexico-incrementa-en-145-su-aportacion-al-fmi/
- http://www.un.org/spanish/millenniumgoals/
- Ianni, Octavio; Teorías de la Globalización; Siglo XXI Editores; Séptima Reimpresión; México, 2009.