Los golpes de la vida

Sandy Arenas

Julio y Querem son sólo dos de las decenas o centenas de alumnos de karate do shotokan que hay en la región, que este sábado llegaron a la sede de lo  que fue el Primer Campeonato Regional Copa Okazaki, sucedido en Bahía en Banderas, en la búsqueda de confrontar sus habilidades adquiridas en el dojo.

La sola idea de tener que ser comparados con otros, en su manera de ejecutar la kata los ponía nerviosos, pero más aún los ponía angustiados el kumite, “el combate deportivo”. Eran varias cosas las que tenían en juego. Una era su compromiso con su escuela, con su maestro. En karate do shotokan cada Sensei representa una escuela. Así que no ganar una medalla no solo equivalía a poner en mal el nombre de su maestro sino era también sinónimo de poco aprovechamiento en la enseñanza-aprendizaje. Para fortuna de ellos ambos alumnos alcanzaron una presea de bronce en el campeonato, por otra parte cabe mencionar que Julio aun cuando obtuvo preseas de bronce se mostró muy contento y satisfecho ya que tuvo que competir con kyus “grados” de mayor rango que el propio, el cual era 8º Kyu cinta naranja y los rivales a vencer eran 5º y 4º. Kyus cintas verdes y azules.

Otra cosa importante en el momento era su familia. Sus padres que habían apostado, o al menos habían aceptado que se inscribieran en karate do shotokan. La expectativa era grande, tanto como el orgullo de que uno de los suyos competía por la máxima presea en su categoría, y que podía convertirse en ejemplo para otros padres, y para otros hijos.

La realidad es que todos los competidores, por el hecho de practicar el karate do shotokan ya son ejemplos de vida para los demás, pero alcanzar la gloria de ser el mejor, o de los mejores, en un campeonato, eso no tiene nombre para poder decirlo, de cómo se siente un campeón, de cómo se sienten los padres del campeón.

La otra cosa fue la integridad física de los competidores. En karate do shotokan, y en general en las disciplinas individuales que implican un combate contraen riesgos de lesiones o daños, que son impredecibles. Un parpadeo puede ser la diferencia entre perder o ganar, pero también entre salir ileso o salir con daños. La presencia de un área médica en el campeonato dice de la precaución de los organizadores, pero también es para darse cuenta del riesgo latente en cada enfrentamiento. Ni un rasguño para Julio o para Querem, pero tampoco para el resto de los competidores. ¡Ufff!.

La autoestima. La valía de uno mismo, perder o ganar en veces nos baja o eleve la autoestima. Nos sentimos poca cosa, o nos sentimos grandes, según sea el resultado o el caso. El Sensei felicitó a Julio y a Querem, pero como en su caso no hubo medallas de oro, sólo de bronce,  les dijo: “A veces se gana y a veces se pierde”.

El Sensei Juan Carlos Torres, maestro de Julio y Querem, también les dijo antes del torneo: “no piensen en ganar una medalla, solo relájense y disfruten del momento, concentrados en lo que hacen y den su mayor esfuerzo, lo demás llega por añadidura, para ganar hay que perder.

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