El Centro Histórico desde la mirada de sus habitantes

Por Claudia Ubaldo

Ubicada en el atrio de la iglesia de San Francisco de Asís nos encontramos con una exposición de esas que son pequeñas pero que sin duda nos muestran y reflejan lo que alguna vez fue y es nuestro centro histórico de la Ciudad de México.

A través de una colección de fotografías tomadas por los mismos vecinos de la zona, nos narra y cuenta los inicios de estas edificaciones tan antiguas y que se han mantenido hasta nuestros días.

Comercios que surgieron a finales del siglo XIX y que gracias a su dedicación y perseverancia han sabido mantenerse dentro del mercado económico de la Ciudad de México.

Tiendas como Tardan, Casa Cuesta, Dulcería de Celaya, Café La Blanca, Casa Boker, entre algunas otras, fueron negocios que comenzaron hace más de un siglo y que a pesar del tiempo continúan ofreciendo productos de calidad pero sobre todo brindan un trato único a cada uno de sus clientes.

Y es que estas tiendas no sólo se caracterizan por vender productos de calidad sino también por contar con una arquitectura única.

Asimismo, en aquellos tiempos se estilaba primero dar un buen trato a la clientela, ofreciéndoles un lugar confortable mientras esperaban la entrega de su producto.

Eso hacía que las relaciones se volvieran más estrechas y cálidas, fortaleciendo así la compra y logrando amistades que perdurarían por muchos años, gracias a lo cual lograban una estrategia que funcionaría para su venta en los años siguientes.

Son historias que relatan que en plena Revolución Mexicana estos negocios dieron muestra de su gran destreza en la producción y venta y que pueden presumir de sentirse orgullosos por lograr mantenerse hasta su tercera o cuarta generación y llevar más de 100 años en el mercado.

Al ir caminando por el área de exposición, el “Déja Vú” se presenta ante quienes disfrutamos de las imágenes. Nuestra mente viaja irremediablemente décadas atrás y somos testigos, no solamente de la arquitectura mágica, perfecta, sino de cada historia.

Y mientras se termina el recorrido nos damos cuenta que cada negocio -iniciado con mucho esfuerzo y en tiempos políticos y sociales muy complicados- logró, con base en arduo trabajo, ofrecer los productos de la mejor calidad y brindar la atención óptima que les ha permitido seguir hoy en día como un emblema de nuestro Centro Histórico.

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