Juan Manuel Santos ganó de manera convincente la reelección el domingo en la contienda presidencial más reñida de Colombia en 16 años, lo que significa un aval a las conversaciones de paz para tratar de poner fin al conflicto armado más largo del hemisferio occidental.
Santos derrotó al candidato derechista por el movimiento Centro Democrático, Oscar Iván Zuluaga, con 53% de los votos frente a 47%, escrutado el 99,55% de las mesas electorales contadas en menos de una hora desde que se cerraron de las urnas.
“Muchas gracias Colombia, muchas gracias colombianos”, exclamó Santos en un discurso marcado por el tema de la paz.
Según el mandatario reelecto, “hoy ha triunfado la unidad. Millones de compatriotas apoyaron un sueño que compartimos… cambiar el miedo por la esperanza”.
Tras agradecer a Zuluaga la forma gallarda en la que reconoció su derrota, Santos dijo que “éste es el momento de la paz, el momento de terminar este largo y cruento conflicto… Este es el momento de reconstruir las regiones azotadas por la violencia… es el momento de unirnos todos (en torno a) la búsqueda de la paz”.
En un discurso de 32 minutos les envió también un mensaje a los grupos guerrilleros con los que adelanta conversaciones de paz: “Este es el fin y hay que llegar a él con seriedad y decisión”, dijo “Sin el peso del conflicto sobre nuestras cabezas Colombia será más grande”.
En La Habana, los rebeldes no manifestaron reacción alguna a la victoria de Santos.
Zuluaga contaba con el respaldo del popular expresidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), a quienes consideraban el verdadero contendor de Santos. De hecho, tras oficializarse la victoria de Santos, Uribe se fue lanza en ristre contra el presidente y lo acusó de haber promovido actos de corrupción y de abuso de poder sin ofrecer pruebas de ninguna naturaleza.
No fue posible ubicar ni a Zuluaga ni a sus allegados para saber si comparten las declaraciones de Uribe.
Según Alejandra Barrios, jefa de la no gubernamental Misión de Observación Electoral, se presentaron menos irregularidades electorales en los comicios del domingo que en la primera vuelta.
“La Registraduría cumplió con lo que se había comprometido y entregó los resultados en el tiempo en que se comprometió. Los procedimientos que se utilizaron llevan a la misión de observación electoral a tener tranquilidad sobre la legitimidad y la legalidad del proceso electoral”, dijo.
Durante la campaña Zuluaga y Uribe habían acusado a Santos de entregar a Colombia en los 18 meses de negociación que lleva el gobierno con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en La Habana.
Zuluaga insistía en que detendría las negociaciones a menos que los rebeldes cesaran las hostilidades, los secuestros y el reclutamiento de menores de manera indefinida.
El resultado electoral constituye en buena medida un espaldarazo al proceso de paz después de medio siglo de conflicto que ha cobrado más de 200.000 vidas, la mayoría de civiles.
Uribe, enemigo acérrimo de las guerrillas, ha sido partidario de la vía militar para combatir a los grupos ilegales.
“Hemos dado una batalla llena de ideas y de propuestas y de ilusión por Colombia, una batalla enfrentando todo tipo de obstáculos, enfrentando una maquinaria estatal que tiene todo a su favor”, dijo Zuluaga en compañía de su familia al reconocer su derrota.
La victoria de Santos, quien casi triplicó los votos que obtuvo en la primera vuelta presidencial, también fue posible por las alianzas políticas que tejió en los últimos 20 días con la mayor parte de la izquierda, los partidos Unión Patriótica, el Polo Democrático Alternativo y el movimiento Progresistas.
El mandatario también obtuvo el respaldo de 80 líderes empresariales del país la semana pasada cuando anunció el inicio de las conversaciones exploratorias con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), otro grupo rebelde de Colombia pero mucho más pequeño que las FARC.
La victoria de Santos con unos 900.000 obedeció al hecho de haber ganado en Bogotá, su ciudad natal, en la costa Caribe, donde la maquinaria del partido era fuerte. La región tiene una fuerte tradición de compra de votos.
En la primera vuelta, Santos terminó en tercer lugar en la capital, bastión de la candidata de la izquierda, Clara López, quien apoyó a Santos en la segunda vuelta.
La participación electoral se elevó un poco, también, de un 40 por ciento en la primera ronda el 48 por ciento el domingo pero fue superior a 53%.
Santos, economista educado en la Universidad de Kansas, es veterano de tres gabinetes presidenciales colombianos y antes de ser presidente fue Ministro de Defensa, Hacienda y Relaciones Exteriores.
Zuluaga y Uribe han acusado a Santos de ofrecerles un pacto de impunidad a los guerrilleros. Pero Santos, de 62 años, negó que los acuerdos impliquen que dejaría en libertad a los guerrilleros que hayan cometido crímenes de lesa humanidad.
“No será una paz con impunidad, esta será una paz justa”, dijo el presidente en su discurso de victoria.
Más allá de las apuestas por la paz, Santos ha mejorado las relaciones con los gobiernos izquierdistas de las vecinas Venezuela y Ecuador, en contraste con el gobierno de Uribe.
Sin embargo, carece de “simpatía” y tiene “un grave problema de confianza”, dijo el analista Adam Isacson, de la Oficina de Washington para América Latina, para quien el presidente ha sido “incapaz de librarse de la imagen de un aristócrata de Bogotá, que no tiene contacto con la gente, que promete mucho y cumple poco”.
Santos es sobrino nieto de un expresidente colombiano, Eduardo Santos (1938-1942), y pertenece a un clan bogotano que fue propietario del diario más influyente del país, El Tiempo, por más de 90 años.
Como ministro de Defensa de Uribe ayudó a profesionalizar las fuerzas militares respaldado por Estados Unidos.
Durante el gobierno de Uribe se documentaron cientos de casos de ejecuciones extrajudiciales de civiles inocentes para aumentar el conteo de guerrilleros muertos en combate, casos de espionaje ilegal a opositores, magistrados y periodistas y la canalización de subsidios agrícolas a ganaderos adinerados.