A treinta años de su partida, Manuel Lepe está más vivo que nunca

Hablar de Manuel Lepe, no sólo es hablar del artista más representativo de Puerto Vallarta, sino también de un miembro de las siete familias fundadoras de la ciudad. Sus cuadros y murales de estilo Naif, adornan edificios públicos, calles y casas. Los turistas, al igual que los vallartenses, perciben inmediatamente la estrecha conexión entre la obra del pintor y el entorno.

Por la pendiente de la calle Jacaranda se llega a la casa museo de Manuel Lepe. Entrar en ella, es sumergirse en el mundo caprichoso de un creador. El balcón regala una vista colorida y al mirar el paisaje, se confunde la realidad con los cuadros representativos del artista.

En el fondo de la terraza se encuentra el antiguo estudio, que luce en sus paredes cuadros con el inconfundible estilo de inocencia y naturalidad de Manuel Lepe; ahí espera Marcela, hija del único hijo ilustre de Puerto Vallarta reconocido por el cabildo. Ella ha pasado toda su vida aquí y diario, desde el balcón, distingue el edificio que más le gustaba a su padre: la iglesia de Guadalupe y su característica corona. Por momentos siente que el pintor sigue trabajando, devorando cigarrillos.

Marcela Lepe recuerda que Manuel era un excelente conversador, tenía muchos amigos, casi siempre mayores en edad, a los que solía visitar en su casa, o se entretenía hablando con ellos por teléfono. Todos los días bajaba al mercado a comprar fruta, que junto a la coca cola, no faltaban nunca en casa. Dormía una hora de siesta, sobre todo cuando el sol penetraba la piel en Puerto Vallarta.

Tener un padre artista la hizo diferente, siempre ha tenido inclinaciones por el arte, la pintura, la música y por su pasión, el teatro. Y esa diferencia la experimentó desde su niñez: “Manuel Lepe era un papá soltero, llamaba a los padres de nuestros compañeros de la escuela para pedir permiso, diciendo que iría con nosotros acompañándonos y al final nos dejaba ir solos. Era nuestro cómplice.”

El amor a sus hijos era compartido por el lienzo, Manuel Lepe tenía largas jornadas de trabajo, dormía tarde y se levantaba muy temprano. Es el único artista mexicano reconocido en el directorio de arte Naif en Francia, aunque la verdad, eso lo tenía sin cuidado, ni siquiera había escuchado de la obra de Henry Rosseau, uno de los más famosos exponentes del arte Naif, lo suyo era intuición, sencillez. “El mejor trabajo de mi padre fue ser autodidacta, ahí radica su pureza y originalidad”, declara Marcela.

Los trazos de Lepe influenciaron a muchos pintores, algunos de ellos lo reconocen, como Ada Colorina o Vinicio Coppel, aunque también su obra ha sufrido de plagios constantes, galerías que ostentan imitaciones, cuadros falsos. En las copias, también hay un homenaje involuntario.

Marcela es una luchadora incansable en la defensa de la obra de su padre, por más de treinta años ha tocado puertas. Requiere el apoyo para cimentar un museo, para que los visitantes tengan al alcance el legado artístico del hijo predilecto de Vallarta. Ella es la heredera, por decisión de sus hermanos, tarea que lleva con honor. Hace algún tiempo consiguió con su esfuerzo que la casa estuviera abierta al público, ahora sólo funciona con citas concertadas.

Su padre murió de aneurisma, debido al consumo excesivo de tabaco que acabó por adelgazarle las venas. Marcela muestra las fotografías de su sepelio, la multitud salió a las calles para acompañar el cortejo, se volcó caminando atrás del féretro, hasta su última morada, haciendo del duelo familiar, una perdida irreparable para una ciudad que le quiso e hizo suyas sus obras.

La fama de Manuel Lepe trasciende las fronteras, es un artista reconocido en el mundo entero, los reconocimientos adornan las paredes; invitaciones, cartas, como la recibida por la guardia de la Reina Isabel de Inglaterra mencionando que tiene en su haber un “Lepe”; o el nombramiento, en el estado de Texas, de ciudadano honorario. Washington proclamó el 23 de septiembre día de Manuel Lepe y como no podía ser de otra forma, Puerto Vallarta celebra cada 17 de abril su día, y la avenida de acceso al Centro Internacional de Convenciones lleva su nombre.

Marcela despide a los visitantes con buena cara, es bromista, siempre sonríe, nunca se cansa de hablar de su padre porque tiene un amor y admiración eternos, y sabe que no está sola, ese afecto lo comparte con los vallartenses.

Marcela Lepe pide a los vallartenses mayores que difundan la obra de su padre, que le cuenten a las generaciones venideras que Puerto Vallarta fue el gran amor de Manuel Lepe, mismo que fue correspondido y él regresó en lienzos y murales.

Manuel Lepe nació el 17 de abril de 1936 en Puerto Vallarta y falleció el 9 de septiembre de 1984. El gobierno municipal preparó una serie de actividades para conmemorar los 30 años de su partida. Es por ello que desde temprana hora, se realizó este martes una guardia de honor en el Malecón II, a un costado del Museo Histórico Naval.

Por la noche, en el salón “Villa” del hotel Villa Premier, el cronista de la ciudad Juan Manuel Gómez Encarnación, ofrecerá una conferencia magistral sobre la vida y obra de Manuel Lepe. Para este 10 de septiembre, en el patio central de la Presidencia Municipal, se llevará a cabo una tarde bohemia en su honor.

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