Primero fue un rumor. Ahora, sin embargo, no sólo está confirmado sino que ya están a la venta las entradas: Sting regresa a nuestro país. Será en la Arena Teques (en Morelos), el 10 de octubre (de 2015), cuando el cantante, músico y compositor británico suba al escenario para ofrecer un recorrido por su amplia y heterogénea y vibrante trayectoria musical.
Eso sí: el lugar escogido resulta pícaramente idóneo: siendo el único recinto en el país adyacente a un lago, la Arena Teques es un espacio al aire libre con una vista espectacular; además, fue construida con base en la cultura del reciclaje y la sustentabilidad. Algo con lo que Sting simpatiza desde hace mucho tiempo, y que le ha acarreado una enorme cantidad de aplausos y también de bromas.
Y es que, verán: Sting siempre ha sido un provocador nato, desde su incursión en el negocio musical a mediados de los años 1970, y lo ha sido tanto por su actuar y comportamiento como por sus opiniones y posturas. Pero el problema es que la imagen que él veía de sí mismo distaba mucho de cómo lo miraban los demás: donde él veía a un activista social, los demás veían a un oportunista —con ínfulas intelectuales—; donde veía a un proletario con cierto éxito, los demás veían a un snob y miembro de la jet set. Eso, sin mencionar sus famosas declaraciones en las que preconizaba el sexo tántrico, presumía de hazañas sexuales, y que inspiraron enormidad de chistes.
De hecho, justamente esa implicación en todo tipo de causas humanitarias como ecologista terminó inspirando abundantes burlas, y lapidado por los observadores más puntillosos —aunque él siempre ha negado que la presión haya determinado esta decisión—, en los últimos años ha preferido dejar el campo libre a gente más ingenua (como Bono, de U2).
Así que ha procurado mantenerse últimamente en un perfil bajo —por decirlo de alguna manera—, para combatir esta saturación mediática, aunque sin renunciar a sus compromisos: su Rainforest Foundation ha preservado amplias extensiones de junglas brasileñas, soportando él mismo los sarcasmos de los cínicos. De igual forma, sigue participando en conciertos a beneficio, pero con mayor discreción.
Sí: éste es el renacido Sting. Alguien que ha logrado ya conciliarse con su pasado, y que acepta, sin incomodarse demasiado, su presente. Él mismo se sabe toda una estrella del rock, un músico polivalente, un superventas, un consagrado, y con un gen empresarial desde que ayudaba a su papá a repartir leche en Newcastle, hasta convertirse en el hoy multimillonario —con una fortuna estimada en algo más de 300 millones de dólares— y ser todo un terrateniente con viñedos en la Toscana.
Sí: éste es el renacido Gordon Matthew Sumner. Un tipo a punto de cumplir 64 años —nació el 2 de octubre de 1951—, con demasiada “conciencia”, demasiadas casas, demasiado yoga, una esposa hiperactiva —actriz, productora, filántropa—, y con esa aura de autosatisfacción del “qué-me-importa”; como él mismo lo dijo a Joseba Elola: “Sigo siendo de izquierda, sigo siendo socialista, aunque sea muy rico.”
Pero, también, él sigue siendo un músico capaz de vender lo nuevo y revender lo antiguo, sean sus discos en solitario o los relanzamientos con nuevos envoltorios de las míticas canciones de The Police —el grupo que se consagró como toda una marca generacional, rompedor en muchos sentidos, uno de los más influyentes.
De entrada, pongámoslo claro: a principios de los ochenta, The Police era el grupo más cool y popular del mundo. Incluso, y a riesgo de sonar demasiado entusiasta, lo que venían haciendo Sting y Andy Summers y Stewart Copeland era solamente comparable con la omnipresencia que el cuarteto de Liverpool había logrado años atrás: como los Beatles, llenaban estadios, pero, además, y más importante, eran imitados en todas partes: habían hallado la vía para integrar los hipnóticos ritmos de dub reggae con el pop, el rock o el punk, en los arrebatados esquemas de la new wave. Sus cinco discos publicados ya tienen un espacio asignado en la historia del rock.
Como solista, en cambio, Sting siempre quiso juguetear con el jazz y lo clásico, y, sobre todo, con otras músicas, tratando de desmarcarse —no siempre con éxito— del sonido Police: “Siempre me he sentido un músico; ésa ha sido mi ambición. Y para eso nunca me he puesto techos ni fronteras —le dijo a Jesús Ruiz Mantilla en 2006—. Tengo mis limitaciones, desde luego; no me siento capaz de interpretar a Rachmaninov al piano, no puedo cantar Tosca, pero hay cosas que hago bien. Por ejemplo, afino, tengo un sentido rítmico. El caso es que yo elijo mis batallas.”
En cierto sentido, tiene su lógica que Sting haya apostado, y siga apostando, por el jazz y lo clásico; después de todo, desde los noventa viene diciendo —cada vez que puede— que el rock es una música muy conservadora que respeta en demasía las pautas y normas de funcionamiento de la industria musical. “Hay que buscar en Stravinsky, en el jazz, lo verdaderamente radical —ha dicho—; son ejemplos de estilo verdaderamente transgresores. Por eso colaboro con músicos de jazz; ellos saben adaptarse a las interpretaciones… ellos son capaces de dar nuevas lecturas a canciones muchas veces antes tocadas.”
Al periodista Luis Hidalgo le dijo, hace ya algunos años, qué le impulsa entonces a mantenerse en activo: “La curiosidad sobre el conocimiento musical y la propia música. Es un viaje fascinante que no quiero abandonar —contó—. Mucha gente en mi posición declara tener bastante, haber alcanzado todos sus objetivos, así que se dedica a vivir. Yo no pienso así. Yo nunca, nunca, nunca tendré suficiente… Yo siempre alimentaré mi curiosidad.”
Una docena de discos en solitario después, y luego de una infinidad de premios y reconocimientos, sí, el hijo del lechero, el socialista millonario, el “líder supremo” —como llamaba mordazmente Stewart Copeland a Sting, en la época de Police—, puede estar tranquilo, puede estar seguro de haber logrado trascender el tiempo y el espacio con sus destellos de música pop y baladas amables, con sus canciones accesibles como elegantes.
Nota bene: El concierto de Sting es parte del proyecto Música para Morelos que el gobierno estatal ha implementado mediante las actividades del Fondo Estatal para la Promoción y Desarrollo de Eventos Vinculados con la Cultura y Turismo (Procultur). La cita es el sábado 10 de octubre (de 2015), a partir de las 20 horas, en Arena Teques (Av. Circunvalación km 12, 4ª sección. Col. Tequesquitengo, Morelos).