Quizá Green Bay no tenga el empuje necesario para llegar lejos en Playoffs, pero sí cuenta con la dosis de suerte para pensar en lograrlo.
Con vida artificial gracias a un castigo de la defensiva de Detroit por sujetar de la barra a Aaron Rodgers al intentar taclearlo en la que debía ser la última jugada del partido, Green Bay sacó un triunfo que sólo unos instantes antes lucía prácticamente imposible.
Rodgers volvió a eludir la presión, en el proceso casi es capturado –lo que hubiera puesto, ahora sí, fin al partido—y al escapar de los defensivos, lanzó el ovoide desde la yarda 35 de su campo lo más alto y lejos que pudo en un intento desesperado por rescatar a los Empacadores de una derrota que hubiera dado un golpe devastador a sus esperanzas de ir a Playoffs.
Sesenta y un yardas más tarde y en medio de cinco defensivos de los Leones que poco o casi nada hicieron por batear el ovoide, Richard Rodgers saltó y atrapó el balón dentro de la zona final para decretar el triunfo de Green Bay por 23-27 sobre Detroit.
La potencia en su brazo y la determinación de Rodgers volvieron a hacer que el pasador se echara al hombro a todo un equipo al que durante el ùltimomes y medio le ha costado lucir como el equipo favorito para representar a la NFC en el Súper Tazón 50.
¿Que fueron beneficiados por lo que pudiera interpretarse como una marcación rigurosa de los oficiales? Así es. Pero esos golpes de buena suerte son los que acompañan a equipos con mística ganadora.
En cambio, lo que para unos es buena fortuna, es todo lo contrario para quienes tienen el estigma de ser perdedores.
En su intento por taclear a Rodgers, el liniero defensivo de Detroit, Devin Taylor, alzó su brazo derecho y puso su mano a la altura de la barra del casco de Rodgers. El reglamento indica que por mínimo que sea el jalón, éste amerita ser sancionado. Y así sucedió.
La tacleada de Taylor que debía poner fin al partido se convirtió en una última bocanada de aire que Rodgers y los Empacadores aprovecharon al máximo.
“¡Qué afortunados!”, dirán algunos. “Por eso a los Leones les va como les va”, dirán otros.
Equipos con estrella suelen tener la suerte de su lado y así confirman una regla que se aplica en cualquier deporte: para ganar se necesita talento y un poco de suerte.
Esa buena fortuna dio avisos de sonreírle a Green Bay cuando el panorama lucía más negro que la noche para los Empacadores en Detroit.
Con mucha facilidad, los Leones se habían ido 20-0 arriba en el segundo cuarto, con dos pases de touchdown de Matt Stafford, de tres yardas a Eric Ebron y de 17 a Calvin Johnson, con sólo 48 segundos de diferencia en el primer periodo.
El touchdown a Megatron lo preparó la defensiva de los Leones al interceptar a Rodgers.
Tras irse en cero en el primer medio y luego de que Mason Crosby falló un intento de gol de campo de 41 yardas al pegar el ovoide en el poste, Green Bay había jugado cuatro periodos desde el duelo anterior sin anotar, su racha más larga desde 2006.
Para ese entonces, la defensiva de los Empacadores ya había puesto orden al limitar a Stafford y compañía al gol de campo que puso 20-0 al frente a Detroit en el tercer periodo.
Fue ahí que la suerte comenzó a coquetearle a Green Bay. Rodgers llevó a su ataque a la yarda 8 de Detroit, desde donde James Starks corrió y tres yardas antes de entrar a las diagonales, sufrió un balón suelto.
El ovoide salió hacia al frente, entró a la zona final y Randall Cobb, que estaba cerca, se lanzó sobre él para recuperarlo y acabar con la sequía ofensiva de Green Bay.
El aviso de que algo especial sucedería se dio y el ataque encabezado por Rodgers recobró la confianza que no se le veía desde hace varias semanas. Su defensiva también se contagió.
Julius Peppers forzó un balón suelto de Stafford en la siguiente jugada de Detroit y Rodgers capitalizó el regalo con pase de touchdown de ocho yardas a Davante Adams para poner la pizarra 20-14.
El ataque encabezado por Rodgers ya estaba encarrerado y respondió a un gol de campo de Detroit con una serie ofensiva en la que Rodgers se echó al equipo en hombros y acercó 23-20 a Green Bay al anotar en una carrera de 17 yardas.
Esa acción evidenció el respeto, o temor, que le tienen los Leones, pues sus defensivos profundos le dieron la espalda para no perder el rastro de los receptores y le dieron a Rodgers el espacio necesario para llegar a la zona final sin ser tocado.
Los Leones, aunque lograron provocar que Green Bay se quedara sin tiempos fuera, como sucede regularmente con equipos que no saben ganar con regularidad, no pudieron agotar el tiempo en el reloj de juego.
Detroit le dejó 23 segundos a Rodgers y preparó un escenario en el que su defensiva cometió un castigo que, aunque riguroso, fue en una acción provocada por ellos mismos.
En un sentido, la decisión de los oficiales de marcar el castigo de Taylor y darle a Green Bay una jugada más es un error más en una larga lista de yerros de los réferis en 2015.