Marisela Duarte es una de las primeras mujeres policías de Puerto Vallarta

Con veinte años en el quehacer policial, la tercer oficial Marisela Duarte Becerra es una de las primeras mujeres que ingresaron a la corporación para integrarse a la Policía Turística el 01 de Junio de 1993. En aquellos años, la única posibilidad de incursionar en la filas de la seguridad pública era en la policía turística y resultaba impensable que las mujeres pudieran desarrollarse en otras áreas de la corporación.

A los 21 años de edad, Marisela había estudiado la carrera técnica de Hotelería y Gastronomía, pero su verdadera  pasión era la labor policial, es algo que lleva en la sangre y que le llena de orgullo, el mayor ejemplo, su padre Francisco Becerra quien sirvió por 20 años a la Policía del Estado y otras dos décadas a la policía vallartense.

Madre de dos varones de 20 y 21 años de edad, la joven policía se abrió camino a través del esfuerzo diario  y aunque el trabajo en las filas de la policía  no es nada fácil, ha sabido desempeñarse con responsabilidad y entrega logrando un papel destacado.

Al igual que millones de mujeres en el país, Marisela continúa su jornada laboral, haciendo frente a la educación de sus hijos y realizando tareas en su hogar. Ella espera que alguno de sus hijos siga los pasos del abuelo y los suyos propios, y se incorpore a la policía municipal, “ya que es significa una oportunidad para servir la comunidad”, dice con orgullo.

“El trabajo como policía me ha dado muchísimas satisfacciones, existe riesgo como en cualquier otro, aquí el detalle es saber cómo sobrellevarlo y cómo controlar el miedo y la adrenalina cuando se presenta una situación grave en la que debes actuar para salvar tu vida y la de tus compañeros”, apuntó.

Duarte Becerra ha tenido ascensos en tres ocasiones y ahora con el nuevo modelo policial, espera seguir escalando a rangos de mayor responsabilidad, aunque reconoce que tendrá que hacer un doble esfuerzo debido a que los lineamientos establecen perfiles con mejor preparación.

En el año 2002, Marisela fue asignada a la policía operativa, un área que, considera, requiere mayor compromiso e implica más riesgos “pero, bien valen la pena cuando sientes la satisfacción de servir y proteger a la población.

A lo largo de su trayectoria a Marisela le ha tocado cubrir sucesos de gran relevancia y en más de una ocasión ha sentido la muerte de cerca; uno de los que más la estremecieron fue el asesinato de sus compañeros Ramiro Grande y Francisco de León (agosto 2012), a las afueras del centro de retención para adolescentes.

“Yo estaba recibiendo el servicio a las 7:00 de la mañana, ellos iban saliendo su guardia, de pronto se escucharon ráfagas de bala, no sabíamos que pasaba afuera, pero debíamos proteger a los menores que estaban recluidos y a nosotros mismos. Cuando todo volvió a la calma salí y encontramos a los dos compañeros muertos, todo se nubló, después, ya se sabe lo que paso”, concluye con voz entrecortada.

Para Marisela, al igual que para muchas agentes de policía, no ha sido fácil mantenerse en el quehacer policial, un trabajo que no sólo requiere esfuerzo y convicción, también de estar muchas horas fuera de casa, de sacrificar días festivos, cumpleaños e incontables fechas importantes con la familia, pues se deben al servicio de la población.

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