León, campeón del Apertura 2013

El rugido esperó más de 20 años, pero valió la pena. Como sus jugadores lo imaginaban, fue más fuerte el poderío del León que lo que impone el Estadio Azteca y La Fiera despejó todas las dudas con un contundente 1-3 que resultó justo por lo visto en 180 minutos.

El sufrimiento que León vivió 10 años en la Liga de Ascenso se vio recompensado en un año y medio que ha sido de ensueño y que lo regresan a los lugares históricos que no debió abandonar como la gran plaza que es.

El triunfo del León representa no sólo un mero logro deportivo. El que hoy el mejor equipo del futbol mexicano sea de un personaje que no es del agrado del duopolio que ha controlado el balompié azteca, provoca que se cimbren varios cimientos y se mire con otros ojos al futuro de una Liga mexicana que aspira a meterse entre las cinco mejores del mundo.

Con dos equipos siempre apostando a atacar, con un estilo vertical que los vuelve irreconocibles cuando no se divorcian de él, la Final no podía ser de otra forma.

América, sabedor de su destino y necesidad salió con todo al frente en busca del gol que recortara la ventaja y los metiera de lleno en la eliminatoria. Una extraordinaria jugada del “Quik” Mendoza que terminó con el balón en el poste y un cabezazo de Mina que entregó a las manos de Yarbrough cuando estaba totalmente solo, parecían los avisos de que América no tardaría en encontrar su objetivo.

El destino tenía otro camino. Un gran pase de Matías Britos rompió la línea de tres de las Águilas y Boselli se encargó de apagar el Azteca. Una raya fue la que salió de su pierna derecha para poner la pelota en el rincón.

La siguiente jugada dijo mucho. Rubens Sambueza se tiró un clavado en la entrada del área que le provocó la amonestación ante los airados reclamos de la banca americanista que terminaron con la expulsión de Santiago Baños, Auxiliar de Miguel Herrera.

Y es que América estaba completamente volcado al frente, generaba llegadas, los centrales esmeraldas sufrían, pero no había quien metiera el último disparo. Ni la presencia de Mina que había sido una de las modificaciones ante la ineficacia de Rey pudieron solventar la situación.

Y es que nunca el canto de ¡Chucho, Chucho¡ llegó en mejor momento como en la Final. Si hubo algún partido en el que extrañaron al ex goleador azulcrema fue en el duelo por el título y en demasía.

Manotazos y atajadas de Yarbrough comenzaron a contarse tanto como los minutos que faltaban que para la afición de León parecían eternos ante el sufrimiento que vivían.

Tanta fue la carencia de gol azulcrema que tuvo que venir un autogol para que la serie siguiera viva. Sambueza trató de meter un centro y Nacho González desvió para mandar la pelota al fondo de las redes y despertar el Azteca del letargo.

La esperanza local se mantuvo e incluso en los primeros segundos del complemento estuvo a punto de llegar a su máximo cuando Raúl Jiménez dejó escapar otra de las tantas opciones que tuvo y de nuevo el que perdonó, perdió.

En un tiro de esquina Nacho González se sacó la espina del autogol y prácticamente decidió el título con un cabezazo que cimbró al Azteca. Un rugido que aguardó más de 20 años por fin sonó.

A la siguiente jugada un nuevo clavado de Sambueza que fue perdonado por el árbitro para no echarlo tuvo compensación con el “Maza” Rodríguez que se vio rebasado por enésima vez en el partido y tuvo que recurrir a un jalón para evitar el tercer tanto. La roja fue automática.

Mientras el concierto de atajadas de Yarbrough seguía, un contragolpe que Montes definió de gran forma puso una diferencia de cuatro goles en el marcador en el global que lapidaba cualquier argumento americanista.

Miguel Herrera se dio el lujo de reclamar toda la frustración y desquitarla con una expulsión que simplemente le valió para que el estadio lo despidiera con una efusiva ovación, misma que engrandece el lavado que deja en América.

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