La enfermedad de su padre, llevó a Candelaria Tovar de Dávalos a descubrir su vocación como enfermera, una profesión que durante 25 años ha desarrollado con el corazón. El amor al prójimo, solidaridad y sobre todo fortaleza para enfrentar las situaciones más complicadas son cualidades que la rigen ahora en su trabajo al frente de DIF Puerto Vallarta.
La presidenta del Sistema para el Desarrollo integral de la Familia, Candelaria Tovar de Dávalos es licenciada en Enfermería, cuenta con un diplomado en Cuidado del Adulto Mayor y Tanatología, así como dos especialidades, una en Administración y Docencia en Enfermería y la otra en Salud Pública y Materno Infantil. Actualmente cursa su segundo año en la maestría de Gestión directiva en Salud.
“Yo inicié como voluntaria en la Cruz Roja, fui una vez a cuidar a mi papá que estaba ahí y me pidió el doctor Pedro Nolasco, que estaba como director, que si le ayudaba porque no había quien lo apoyara, desde entonces me quedé hasta que me fui a estudiar a la Universidad de Guadalajara”.
El estudio y el trabajo han sido parte inseparable de su vida, acciones que combina con lo más importante que tiene, su familia. Su esposo, Arturo Dávalos, presidente de Puerto Vallarta y sus hijas Alicia Guadalupe, Citlali y Yaritza, son el motor que día a día la hacen dar lo mejor de sí para desempeñar su trabajo con excelencia.
“Prácticamente toda la vida he estudiado, cuando salí de enfermería fue como Profesional Técnico en Enfermería porque era lo que en ese tiempo había. Cuando comencé a trabajar, me casé y tuve a mis hijas se dio ya la nivelación de la licenciatura, así que estudié la prepa para poder hacer la licenciatura y después estudié el diplomado. Siempre he combinado el ser esposa, madre, estudiante y trabajadora, lo hago por amor y con pasión, por eso es que el tiempo te alcanza para brindar el cuidado y la atención a lo más importante mi familia. Por eso procuro que mis hijas estén conmigo el mayor tiempo posible, comer juntas, platicar con mi esposo y hacer tareas a media noche para cumplir con mi maestría”.
Con gran emoción recordó el primer día que como estudiante de enfermería llegó al Hospital Civil Viejo en la ciudad de Guadalajara, donde quedó impactada al ver tantos enfermos, muchos con los cuales le tocó convivir y confirmar que la relación de enfermera-paciente siempre es más estrecho que el de paciente – doctor.
“Como enfermera estas prácticamente todo el día con ellos y se va generando una relación más cercana, hay muchas cosas que a nosotros nos cuentan porque nos tienen mayor confianza. Generalmente los mismos pacientes ponen esa barrera de que el médico es una autoridad y con la enfermera se desahogan más, se sienten con mayor confianza, te llegan a contar más cosas que al médico no se lo dicen y que en ocasiones pueden cambiar el panorama de su situación”.
Es esta cercanía la que hace no sólo al paciente recordar a su enfermera, sino viceversa, como la historia que Candelaria Tovar no olvida y que marcó su camino en la enfermería, la de aquella mujer que llegó con una picadura de alacrán, prácticamente muriendo a la Cruz Roja y no había nadie más que ella para atenderla.
“El doctor estaba haciendo un servicio, sólo estaba yo e hice lo que había visto hacer al médico con otros pacientes en estas circunstancias, pero no tenía su respaldo para saber si estaba haciendo lo adecuado, si le estaba colocando la dosis necesaria, con ayuda de Dios todo salió bien. Usted me salvó la vida. estoy segura que esto me definió para estudiar enfermería, así podía decidir con más certeza lo que tenía que hacer”.
Hoy en día al frente del DIF su profesión le ayuda bastante porque puede ver el dolor emocional y físico y eso hace una gran diferencia, “te hace más empático hacia el otro y saber que tienes que hacer las cosas bien para ayudarlos lo más posible porque así tendrán mejores oportunidades”, culminó.