Falleció el legendario Yogi Berra

Este miércoles se ha marchado una de las grandes leyendas del béisbol: Yogi Berra. El legendario jugador de los New York Yankees falleció la pasada madrugada a los 90 años. Fue uno de los hombres que cambió la historia de este deporte. Dentro del campo, se convirtió en una leyenda y es considerado, a día de hoy, uno de los mejores receptores de todos los tiempos. Pero fuera de él también se ganó el cariño de la afición gracias a su excepcional sentido del humor, su capacidad para hacer famosas sus propias frases y por inspirar al Oso Yogi.

Sus padres, ambos italianos –concretamente de Milán–, emigraron a Estados Unidos en 1909 en busca del sueño americano que se abría ante sus pies tras conseguir la entrada a través de Ellis Island. La familia Berra, junto a sus hijos Mike y Tony, se instaló en Saint Louis, donde años después nació el resto de sus hijo: John, Josie… y Lawrence. Efectivamente, años después, ese joven niño ya nacido en Estados Unidos se iba a convertir en toda una leyenda del béisbol, pese a que, como reconoció en una reciente entrevista, su familia “no sabía nada” de este deporte antes de tener que emigrar.

Lawrence Berra pronto comenzó a destacar en el béisbol, lo que le sirvió para ir formando parte de los mejores equipos de las categorías base del deporte norteamericano. Y precisamente en ese cominezo iba a encontrar el sobrenombre con el que se le iba a conocer durante el resto de su carrera deportiva. Tras peder un partido, el pequeño Lawrence siempre realizaba la misma rutina en el vestuario: con la mirada perdida, y sin hablar con nadie, se cruzaba de pies y brazos para pensar sobre la derrota. Su amigo Bobby Hofman, entre risas, le dijo que no entendía por qué imitaba a hindú haciendo yoga.

Desde ese momento, el mundo del béisbol comenzó a conocerlo como Yogi Berra. Con sólo 21 años debutó en las Grandes Ligas de la mano, nada más y nada menos, que de los poderosos New York Yankees. El joven receptor no sólo iba a encajar a la perfección en la dinámica de equipo, sino que pronto se iba a convertir en una de las grandes figuras: catorce títulos de campeón de las Series Mundiales –récord absoluto–, 18 participaciones en el ‘All-Star’, nombrado tres veces ‘MVP’ y poseedor del único juego perfecto de las Series Mundiales -en 1956-. Tras su colgar el bate en 1965 –jugó su última temporada en los New York Mets–, los Yankees retiraron su número 8.

Después dejar el deporte en activo, Berra se convirtió en entrenador y consiguió grandes éxitos con los dos equipos de su vida, los Yankees y los Mets. Pero no sólo se hizo famoso por su manera de entender el béisbol y de expresarlo en el campo, sino que esa misma capacidad que tenía para saber leer las jugadas la demostraba fuera del terreno de juego. Frases como “el partido no acaba hasta que se acaba“, “si no sabemos hacia dónde vamos, terminaremos en cualquier otro lugar” o “en realidad nunca dije lo que dije” pasaron a la historia del deporte tanto como su hazañas en el campo.

Su gran polémica… con un dibujo animado

Pero una de las grandes polémicas que vivió en su carrera tuvo que ver con un dibujo animado. Hanna y Barbera dieron a luz en 1958 al Oso Yogi, una popular caricatura que hizo las delicias de los más jóvenes, pero lo que no iba a gustar tanto al legendario jugador es que utilizaran su nombre –en inglés, Yogi Bear se parece bastante a Yogi Berra–. El jugador incluso denunció a los creadores, que se defendieron asegurando que se trataba de una coincidencia y, tras retirar la demanda, confesaron que, efectivamente, se habían inspirado en el jugador de moda.

Tras retirarse del deporte, dejó los banquillos en 1985, Yogi Berra siguió ligado al mundo del béisbol, aunque de manera esporádica: como comentarista de partidos, actor en series o inspirando historias sobre él, tanto en documentales como libros. Uno de los mejores jugadores de todos los tiempos siguió creando escuela fuera del campo. Hace unos años fue muy claro en una de sus legendarias frases: “Siempre voy a los entierros de los demás, porque de lo contrario nadie vendrá al mío”. Ahora, a los 90 años, mucha gente acudirá a despedir a uno de los grandes deportistas de todos los tiempos.

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