Costa Rica está dejando de ser la sorpresa para transformarse en una realidad. No es un equipo temible, ni muestra un juego destacado, y seguramente su pase a cuartos de final se basa más en haber enfrentado a un rival flojo y al azar de los penales, que en méritos futbolísticos. Pero los Ticos ya están entre los ocho mejores, contra todos los pronósticos.
Después de un primer tiempo para el olvido, en el que Grecia le cedió la iniciativa a un conjunto centroamericano que no supo qué hacer con la pelota, el equipo de Pinto salió más decidido al complemento y abrió el camino con un gol Bryan Ruiz, quien sacó un remate mordido que se metió pegada al palo izquierdo del arquero griego.
La expulsión de Duarte complicó los planes de Costa Rica, que se dedicó a cuidar el resultado en los últimos minutos. Grecia se hizo dueño de la pelota, Santos mandó a Mitroglou a la cancha y el equipo helénico arrinconó a su rival en su arco hasta lograr el empate, que llegó gracias al tanto de Papastathopoulos.
Como ocurre en la mayoría de los casos, el alargue sólo sirvió para arriesgar el físico de los jugadores, a pesar de que Grecia, con el envión anímico del gol agónico, fue el que tomó la iniciativa. Y en la tanda de penales, que fueron bien ejecutados por la mayoría de los futbolísticas, Navas se lo tapó a Gekas, dándole la chance a Umaña de definir la historia a favor de los centroamericanos.
Así, Costa Rica se metió nada menos que entre los 8 mejores equipos del Mundial y sigue haciendo historia. Después del sorteo mundialista, ni el más optimista hincha de los Ticos podía imaginar un escenario con estas características, pero el amor propio y el hambre de gloria les permite a los centroamericanos seguir soñando en grande en Brasil.