Adiós a la “Dama de Hierro”

Margaret Thatcher, la “Dama de Hierro” que transformó Gran Bretaña e inspiró a conservadores de todo el mundo al reducir radicalmente el Estado durante sus 11 años en el poder, murió el lunes a los 87 años tras sufrir un accidente cerebrovascular.

La única mujer que alcanzó el cargo de primera ministra en Gran Bretaña, la inflexible y directa Thatcher lideró a los conservadores a tres victorias electorales, gobernando de 1979 a 1990, el período más largo de un mandatario británico desde principios del siglo XIX.

Hija de un almacenero, con una determinación de hierro, fue amada y rechazada por igual al aplastar a los sindicatos y privatizar grandes partes de la industria británica, chocar con la Unión Europea y combatir una guerra para recuperar las Islas Malvinas (Falkland Islands para los ingleses) de los argentinos.

Thatcher mantuvo una relación cercana con el presidente estadounidense Ronald Reagan durante la Guerra Fría, apoyó al mandatario George Bush durante la guerra del Golfo de 1991 y declaró que el líder ruso Mikhail Gorbachev era un hombre con el que podría hacer negocios.

“Muy pocos líderes tienen la oportunidad de cambiar no sólo el panorama político de su país sino del mundo. Margaret fue una gran líder. Su impacto global fue vasto”, dijo Tony Blair, quien fue primer ministro británico de 1997 a 2007.

“Algunos de los cambios que hizo en Gran Bretaña fueron, al menos en algunos aspectos, mantenidos por el Gobierno Laborista en 1997, y llegaron a implementarse por gobiernos de todo el mundo”, agregó.

El primer ministro británico, David Cameron, acortó un viaje a Europa el lunes tras el anuncio del fallecimiento de Thatcher y las banderas británicas en su residencia oficial, en Downing Street, estaban a media asta.

El presidente estadounidense, Barack Obama, dijo: “Estados Unidos ha perdido una verdadera amiga”.

Muchas personas comenzaron a dejar rosas y tulipanes afuera de su casa en Belgravia, una de las áreas más exclusivas de Londres. Una nota decía: “La mejor líder británica”, mientras que otra la llamaba “la Dama de Hierro”.

Pero, en una señal del persistente resentimiento de muchos británicos con una mujer que explicó su apoyo a las iniciativas privadas al declarar que “no existe tal cosa llamada sociedad”, alguien dejó una botella de leche.

Para muchos británicos que fueron testigos de su decisión de retirar los subsidios a la entrega de leche a los niños en las escuelas primarias cuando fue ministra de Educación en 1971, ella sigue siendo “Maggie Thatcher, la robaleche”.

La ex primera ministra murió en calma el lunes por la mañana en el Hotel Ritz tras el accidente cerebrovascular.

Tras quedar en el aislamiento al haber sido depuesta por su partido, la muerte de su esposo Denis en el 2003 y la demencia senil que la asediaba la mantuvieron fuera de la escena pública por años. Su salud se había deteriorado en los últimos meses.

Lord Bell, un portavoz de la familia, la comparó con Winston Churchill, mientras que Cameron dijo que Thatcher sería recordada como una de las mayores líderes británicas en tiempos de paz.

“Hemos perdido a una gran líder, a una gran primera ministra y a una gran británica”, dijo Cameron. “Lo importante sobre Margaret Thatcher es que ella no sólo lideró nuestro país, sino que lo salvó”, agregó.

El Gobierno británico dijo que Thatcher tendrá un funeral con honores militares en la Catedral de St. Paul de Londres, lo que no llega a ser un funeral de Estado, de acuerdo a los deseos de su familia.

Guerra Fría

Las imágenes perdurables de su Gobierno serán las de los conflictos: enormes enfrentamientos de la policía con los sindicatos mineros, subida a un tanque con un pañuelo blanco en la cabeza y las llamas sobre Trafalgar Square en los disturbios por un impopular impuesto local, que finalmente contribuyó a su caída.

“La encuentro confrontacional, dogmática, áspera, ella atacó a las personas en su propio país y no escuchó a los miembros de su propio partido”, recordó Caspar Joseph, de 51 años, un profesor de historia de Manchester. “Fue destructiva, nihilista”, agregó.

Afirmó que se uniría a las numerosas personas que pretendían celebrar su fallecimiento.

“Tengo una botella de Dom Perignon de 1992 que había estado guardando para el nacimiento de mi primer nieto o para la muerte de Margaret Thatcher (…) pero de hecho creo que debería tomar un poco de vino argentino, su actitud hacia las Falklands fue despreciable”, manifestó.

Algunos políticos opositores dijeron en las redes sociales que realizarían una fiesta para celebrar su muerte, mientras que una página web que se refería al fallecimiento de la ex líder había recibido unos 199.000 “me gusta” al caer la noche.

Para sus opositores, era franca hasta cierto punto. “Esta mujer no va a cambiar”, dijo una vez a miembros de su Partido Conservador que la instaban a que moderara sus políticas.

Durante su periodo en el poder afrontó varios complots dentro de su partido por parte de quienes pensaban que generaba demasiadas divisiones.

Aunque a menudo fue profundamente impopular en su país -especialmente en el norte de Inglaterra, Gales, Escocia y partes de Irlanda del Norte- la fortaleza de Thatcher le valió elogios y un gran respeto en Washington, Berlín y Moscú.

Formó una fuerte alianza contra el comunismo junto a Reagan y fue recompensada al ser testigo de la caída del Muro de Berlín en 1989, aunque advirtió a Gorbachev que una Alemania unificada llegaría a dominar Europa.

“Thatcher era una política cuyas palabras tenían un enorme peso”, dijo Gorbachev, quien intentó reformar la Unión Soviética y mejorar los lazos con Occidente pero no pudo evitar el colapso de la superpotencia nuclear

“La Dama de Hierro”

Meses antes de que Gorbachev lograra convertirse en el líder soviético, Thatcher le dijo: “Podemos hacer negocios juntos”.

El diario Estrella Roja del Ministerio de Defensa soviético la llamó por primera vez “la Dama de Hierro” y ella disfrutó del apodo mientras trabajaba de cerca con Gorbachev en el proceso de la apertura de la ahora ex Unión Soviética.

Criada en un departamento sin agua caliente situado sobre un almacén en la ciudad inglesa de Grantham, Margaret Hilda Roberts aprendió los principios del ahorro y trabajo duro a partir de su padre Alfred antes de ganar una plaza en la Universidad de Oxford para estudiar química.

Conoció a su acaudalado esposo Denis, un hombre divorciado y que era una década mayor, en una cena del Partido Conservador. Se casaron en 1951 pero la joven Maggie tuvo que encarar los prejuicios de su grupo político: era una mujer y de procedencia demasiado humilde.

“Era la hija de un almacenero de Grantham que llegó a uno de los cargos más poderosos del mundo”, dijo Cameron. “Margaret Thatcher recibió a un país que estaba de rodillas e hizo que Gran Bretaña se levantara”, añadió.

Mientras conservadores y laboristas se culpaban mutuamente por el declive diplomático y económico a inicios de los 70′, Thatcher ganaba influencia y sorprendió al partido al ganar el liderazgo de manos del ex primer ministro Edward Heath en 1975.

Dejó su marca -tras la estrategia de cambiar su peinado y su voz- al concentrarse en la prudencia fiscal y el sentido común, potentes mensajes que resonaron en el llamado “invierno del descontento de 1978-1979”, cuando las huelgas paralizaron la economía británica y el Gobierno laborista parecía estar secuestrado por los sindicatos.

Su credo personal, basado en la competencia, la empresa privada, el ahorro y la autodeterminación, dio pie a una filosofía política denominada “thatcherismo”.

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