Salvador Cosío Gaona
Mario Delgado no puede estar hablando de triunfo contundente cuando su partido perdió la mitad de la capital del pais.
La derrota electoral del 6 de junio de 2021, es una realidad con la que la Cuarta Transformación tendrá que lidiar por mucho tiempo, porque, por más que con “otros datos” pretenda hacer cuentas alegres dado que obtuvo victorias pírricas en algunas entidades federativas no existe punto de comparación con fracasos como el sufrido en la Ciudad de México, donde la Jefa de Gobierno Claudia Sheimbaum entregó a la oposición 9 de las 16 alcaldías que constituyen la capital del país, solo por poner un ejemplo.
Para salvar su propio pellejo, el dirigente nacional del Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Mario Delgado, ha convocado a varias conferencias de prensa en los últimos días, con intención de machacar que el partido guinda “superó con creces los resultados de 2018”.
“Gracias al apoyo de las y los mexicanos, logramos ganar 11 de 15 gubernaturas, 692 municipios, 19 Congresos locales y conservar la mayoría en la Cámara de Diputados. Apenas a siete años del nacimiento de Morena, gobernaremos a más de la mitad del país, por lo que nos toca marcar la diferencia y tener gobiernos de la transformación, que sean honestos, austeros y cercanos a la gente; fortalecer la ruta del cambio, pero sobre todo nos toca seguir apoyando el proyecto de nación del presidente de la República”, manifestó.
Pero al interior de la Cuarta Transformación nadie compra ese discurso triunfalista y engaña bobos, y por el contrario, “piden su cabeza”.
“Líderes e integrantes del Foro Nacional de Militantes de Morena, exigen la renuncia y salida de Mario Delgado de la dirigencia nacional del partido, tras la pérdida de diversas alcaldías en la Ciudad de México y no lograr la mayoría en la Cámara de Diputados para la bancada del partido.
Uno de los consejeros de Morena, Alejandro Rojas Díaz Durán, es una de las personalidades del partido que ha exigido la renuncia de Mario Delgado por no generar buenos resultados, en redes sociales ha criticado las acciones del dirigente nacional principalmente por los dedazos y las imposiciones que se han realizado durante el tiempo que lleva al frente.
“Los resultados que se perfilan en todo el país son tu fracaso y de todos los dirigentes de Morena. Eso pasa por hacer a un lado a la militancia y por las imposiciones, dedazos y encuestas «patito». Debes renunciar.», escribió en Twitter.
Otro gran fracaso sin duda es el de la Jefa del Gobierno capitalino, Claudia Sheimbaum, quien pierde 9 alcaldías importantísimas, muchas de ellas con mayor jerarquía que incluso algunos gobiernos estatales en que triunfó, sin menoscabo de que grandes urbes de la talla de Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque y Tlajomulco en Jalisco, Monterrey en Nuevo León, entre otras de Querétaro, Aguascalientes, Estado de México y Guanajuato, continuarán bajo la égida de la oposición.
En Ciudad de México, la oposición gobernará sobre un conglomerado de 4.3 millones de capitalinos que habitan en las 9 alcaldías que conquistaron en los comicios, con todas las implicaciones políticas y presupuestales que entraña el control de tamaña rebanada de poder, destaca Esteban Rodríguez en una publicación de Emeequis.
“Fue también un shock electoral para la estructura de dominio obradorista que partió el mapa de la Ciudad de México como lo haría una crisis de hemiplejía con el rostro de un individuo, y confinó al morenismo al extremo oeste de su antiguo coto de poder, donde a pesar de todo conservó el gobierno sobre 4.8 millones de habitantes en 7 alcaldías.
El sacudimiento que trazó esa grieta ahora sí alcanzó los cimientos del antiguo Palacio del Ayuntamiento, e incluso Palacio Nacional, con más fuerza de la que pudo liberar la caída de los convoyes del Metro en la estación Olivos de la Línea 12, el pasado 3 de mayo.
Es una realidad que el saldo no es positivo para el partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), y debe considerarse una derrota electoral perder alrededor de 15 millones de votos, la mitad de los que obtuvo en la elección de 2018 cuando 30 millones de mexicanos confiaron en el prometido cambio que, hay que decirlo, ha sido para mal, al menos en esta primera mitad del sexenio.
Y en ese contexto habría que subrayar cómo algunas de las causales los desatinos presidenciales, los resbalones, las actitudes, los caprichos, los malos manejos, las erróneas políticas públicas, la aplicación de estas, el ejercicio imperativo del poder público, el enfado de la clase media, media alta y alta, así como obviamente el hartazgo general de los mexicanos.
No se pueden olvidar, por otro lado, asuntos de corrupción encubierta, temas del pasado que truenan en el presente como la Línea 12 del Metro que recae en la égida y la posible responsabilidad del actual secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubon, o los dislates gubernamentales que ahora cobran facturas en la votación en la capital.
La suma de estos sucesos derivan igualmente en la pérdida de curules en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, donde los morenistas tendrán que pagar altos precios y buscar conciencias fáciles de corromper para alcanzar las votaciones.
Y así lo entiende el propio López Obrador, quien con base en desacreditar a los priístas durante al menos las últimas tres décadas, de acecharlos, exhibirlos, acosarlos, fustigarlos, desprestigiarlos, y colocarlos como los adversarios de toda la nación, consiguió simpatías que lo llevaron a ganar la presidencia de la República, siendo que ahora, en ese contexto de no tener los votos necesarios para sacar sus reformas, ha optado por hacerles un guiño aduciendo que pueden ser quienes ayuden a su partido con votos.
Mención aparte merece lo que se aprecia como un desencuentro con el Partido Verde Ecologista que fue su aliado en la última elección federal del pasado 6 de junio y quien en las Cámaras le ha dado la mano para sacar temas de interés fundamental para el Ejecutivo de la Nación.
El problema que se avista es un posible rompimiento luego de que el senador Manuel Velasco, declarara en días pasados que su partido buscaría acuerdos con todas las bancadas y no solo con Morena.
El comentario, a todas luces no cayó nada bien al seno del actual régimen que no pudo disfrazar su enojo y enseguida echó a andar su arma favorita y arremetió contra el ex gobernador chiapaneco a través del Sistema de Administración Tributaria (SAT), identificando repentinamente “operaciones inexistentes o simuladas por 500 millones de pesos cuando esa entidad estuvo bajo la administración de Velasco”.
Los verde ecologistas cerraron filas en torno a su legislador y han asegurado que el SAT está siendo utilizado como herramienta de presión política y exigieron evitar que las instituciones de gobierno se utilicen como brazos políticos, pero habrá que estar atentos al curso que tome esta desavenencia porque el Verde podrá no necesitar de Morena tanto como AMLO sí requerirá de los 43 sufragios del Partido Verde en futuras votaciones, tras haber perdido 49 escaños el 6 de junio.
Hablando de más casos específicos que pueden asumirse como una derrota para la Cuarta Transformación, está el de Jalisco, donde Morena es apabullado por el partido en el poder, Movimiento Ciudadano, sufriendo derrotas dolorosísimas en las principales ciudades de la entidad con diferencia de votos 2-1 en Guadalajara y 3-1 en Zapopan, solo por mencionar algunas, siendo que en el Congreso a penas consiguió 3 curules de 20 posibles por mayoría relativa.
Mientras que en Nuevo León, su candidata a la gubernatura se desplomó hasta el cuarto lugar, y obtuvo además resultados pobres al conseguir solo 8 alcaldías de las 51 en disputa, -en coalición con el Partido Verde, Nueva Alianza, y Partido del Trabajo-, y en cuanto a diputaciones logró apenas 4 de 42.
De manera tal que Mario Delgado no puede estar hablando de triunfos contundentes cuando su partido perdió la mitad de la capital del país, sus legisladores tendrán que negociar y humillarse frente a sus adversarios para obtener que les voten a favor sus temas en la Cámara de Diputados, cuando las entidades federativas más importantes siguen lideradas por la oposición, cuando las grillas y el fuego amigo están a la orden del día en la llamada 4T, y cuando la propia militancia está pidiendo ‘la cabeza’ de su dirigente por la derrota del 6 de junio.