México se pelea por los restos de Juan Gabriel

Los restos de Juan Gabriel salieron el lunes de la funeraria de Los Ángeles. Las cámaras de televisión mostraban desde un helicóptero la caravana de camionetas negras escoltadas por la policía rumbo al aeropuerto. A partir de ahí, el Divo volvió a desaparecer. México aguarda, entre la incertidumbre y la confusión, cuál será el destino del cuerpo del ídolo para velarlo con honores de héroe patriótico. Juárez, Michoacán y Ciudad de México, el triángulo sentimental del Juan Gabriel, se debaten en un juego de intereses por rentabilizar los actos de homenaje.

Los mensajes de representantes políticos, de todos los colores ideológicos, se sucedieron desde el domingo de autos. Todos querían recordar y despedir al músico que recorrió el mundo en sus conciertos enfundado literalmente en la bandera nacional y entre gritos de “Viva México”. La Secretaría de Cultura anunció el día siguiente al deceso que ponía a disposición de la familia el Palacio de Bellas Artes, el fastuoso recinto de la capital reservado para los funerales de los grandes nombres de la cultura mexicana.

En Juárez, la tierra que vivió el despegue de la estrella, el Gobernador del Estado también ha salido a la palestra: “hay un clamor de la gente porque se le haga un homenaje en Juárez, nosotros le planteamos a la familia respetuosamente que previo a los actos que están organizándose en la Ciudad de México, tuvieran a bien llegar aquí”.

La familia, mientras tanto, mantiene la más estricta confidencialidad y mutismo. “A pesar de que Juan Gabriel pertenece a México, se nos olvidó que tiene una familia, que quiere estar a solas con su dolor”, explicó este martes en una entrevista televisiva la representante del artista y amiga de la familia Silvia Urquidi.

Desde Paracuaro, el pueblo michoacano donde nació el mito en una familia pobre y numerosa con el nombre de Alberto Aguilera Valadez, uno de sus hermanos, Pablo Aguilera, comentó el lunes a un medio local que su verdadero deseo era que le enterraran allí junto a su madre.

Analistas y críticos han repetido durante estos días un axioma. Juan Gabriel fue y seguirá siendo la encarnación del México moderno. La dimensión cultural, sentimental y política de su figura queda retratada una vez más en una encuesta lanzada por un medio. El 89% de la población tiene una buena o muy buena opinión del Divo de Juárez. Un 86% de los millennials también le adora y la mitad considera que Peña Nieto no debería ni aparecer por los homenajes.

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