Nacida en Chiquilistlán, poblado ancestral de casi 500 años de fundación, que da nombre a uno de los municipios de Jalisco, la doctora y maestra Iroselma Dalila Castañeda Santana, es además educadora y docente, tanto por profesión como por convicción; forma parte de la nueva generación de sindicalistas magisteriales, responsables, ahora, no solo de defender los derechos laborales sino también de mejorar la calidad profesional educativa de directores, maestros de grupo y de alumnos.
Los municipios de Tecolotlán y Unión de Tula, también fueron lugares importantes para la entonces adolescente y joven Dalila Castañeda, donde curso sus estudios de secundaria y normal, y cuya familia se encargó de formar con gran amor y cuidado, hasta verse convertida en educadora con brillante desempeño en aulas, que a la vez le permitió poder elegir su plaza de trabajo en unos de los municipios más importantes de Jalisco, en Puerto Vallarta.
Grandemente bendecida, Dalila Castañeda, sin ningún familiar en las filas magisteriales ni sindicales, concluyó sus estudios después de un periodo crítico en que no se ofrecían nuevas plazas a maestros recién egresados, pero a su generación le correspondió una nueva etapa de contrataciones, tanto de parte del gobierno federal como del estatal. Por su alto promedio en la escuela normal ella fue una de las convocadas para que pudiera elegir si quería una plaza federal o estatal.
De la misma manera que su aprecio por la excelencia en el desempeño estudiantil le abrió las puertas para su primer trabajo en Puerto Vallarta, Dalila Castañeda, le apostó a la excelencia académica, no se conformó con sus estudios básicos y fue tras la maestría en Educación, período en el cual coincidió con el también cursante entonces y su ahora esposo, Ricardo Uribe Serrano.
Cursar la maestría también fue determinante en la vida de Dalila Castañeda Santana, porque durante este tiempo de preparación, además de su amistad, noviazgo y matrimonio, también se convirtió en madre. De pronto su vida se llenó de acontecimientos de gran gozo, pues entre los valores que sus padres le habían inculcado estaba la formación de una familia; ella había llegado sola a trabajar a Puerto Vallarta, y ocupaba hacer equipo de vida, fortalecerse.
Desde entonces, además de su gran familia, Dalila Castañeda ha venido sumando con otros equipos:, desde su centro de trabajo primero, después desde el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), al lado del secretario general Iván Ilich González Contreras, y ahora en este año 2024 desde el Ayuntamiento de Puerto Vallarta, como regidora a lado del presidente municipal, Luis Ernesto Munguía González.
Pero en medio de tanta cosa Dalila Castañeda no se pierde ni pierde piso. Tiene claro que se debe a un gran proyecto social y político, que le da además identidad y origen. Ella es conciente de que no trabaja en exclusiva para sí misma sino para sus compañeras y compañeros docentes del SNTE, y para la población estudiantil en última instancia.
Nos relata su incursión en la política y explica: “Tengo un proyecto, para los maestros en la regiduría, entro ahí por el Sindicato Nacional de Trabajadores, por ellos, para ellos… No podría estar en otra cosa, (porque pierdes esencia, si tu cortas de una cosa a otra pierdes piso, pierdes esencia. Tienes que estar vinculado para conocer tu origen. Para saber cuáles son tus proyectos, para saber qué necesitas y para seguir un rumbo, para tener rumbo, para decir hacia dónde voy, qué queremos). No es un tema personal, es un tema de proyecto, es un tema educativo cien por ciento, es servir a los demás, de hacer amistades, de servir, que es lo que he venido haciendo desde mi origen”.
La doctora y maestra en Educación, Dalila Castañeda, en el ayuntamiento de Puerto Vallarta toma parte en las decisiones del gobierno, pero en particular preside la comisión edilicia permanente de Vivienda y Asentamientos Humanos. En los próximos casi tres años ella combinará sus tareas de educadora, de representante gremial, de integrante del ayuntamiento, y de madre de familia, para heredar un legado ejemplar de servidora publica en toda la extensión de la palabra.