La vida en México

Opinión No. 42 viernes 27 de enero de 2017

Por Marisú Ramírez

Caminamos en la tempestad, pero más allá de ella está el sol, el sol de Dios, espléndido, eterno. Ellos podrán, durante algún tiempo, velarlo, encubrirlo a nuestras miradas, pero jamás borrarlo del cielo.

Giuseppe Mazzini

Son tantas las noticias y los cambios, que a veces resulta complicado dar crédito a todo y a todos. Pareciera que a los mexicanos nos han metido en un artefacto gigante que nos zangolotea las emociones en una vorágine interminable de sentimientos encontrados al observar lo que está ocurriendo en nuestro país.

Momentos de incertidumbre. Los cambios no pueden darse en medio de la calma, esta vendrá después de la tormenta. Es natural. Por definición el cambio es el concepto que denota la transición, lo que forzosamente implica una variación que genera el inicio de nuevas acciones. Tratamos de adelantarnos a los acontecimientos y reflexionamos sobre ¿Cómo será? ¿Cómo va a funcionar la economía y la política en México?

Cuestionamientos, son muchos; respuestas, muy pocas. Solamente en el libro del tiempo se escribirá el cómo el agua tomará su curso, todo volverá a la normalidad. Después de la tormenta nuevamente vendrá la calma.

En estos momentos, el mayor temor es la inseguridad que se genera. La gran incógnita ¿Cómo resultarán tantas medidas que se están adoptando por ambos países? Solamente el tiempo dará la razón a quien la tenga.

Es menester, cuestionar. Ante la posibilidad de que las medidas adoptadas por el vecino país del norte no resulten conforme a lo planeado. ¿Qué ocurrirá si no se logra lo que quieren? Cuando se juega de forma precipitada, la sombra del fracaso siempre estará latente, se decide correr el riesgo y apuestan a ganar, pero también se puede perder.

Solamente el señor del tiempo dará las respuestas. Esperar. Aunque se tengan las semillas del temor profundamente arraigadas, el caos no puede ser eterno. En algún momento, las soluciones

llegarán, la confianza y la paz se restablecerán, también los lazos de amistad. Cuando las circunstancias cambien, también se cambiará de opinión.

De momento, no queda más que estar unidos, consumir lo que el país produce. Muchas naciones lo han logrado; nosotros también podemos. Los seres humanos sólo podemos avanzar con la rapidez de la persona más lenta. Ayudemos, al enfermo, al inválido, al que menos tiene; es el momento de trabajar en equipo y evitar en lo posible la ventaja sobre los demás, eso no ayudará a nadie. La ola de retroceso será sólo para tomar impulso.

Descubrirnos más cerca de nuestra propia historia, con la posibilidad de generar un cambio positivo y lograr que el retroceso termine, para que surja una nueva directriz que nos marque la senda por dónde continuar y disfrutar el viaje que nos llevará a la creación de un nuevo país, más fuerte y entusiasta.

Los nuevos tiempos llegarán cargados de nuestros anhelos y el caos quedará atrás solamente como un mal sueño, pero fortalecidos como nación y como individuos, dueños de nuestro auténtico y único poder ¡Solamente nos tenemos a nosotros mismos!

Sin sentir la necesidad de adaptarnos a cada cambio que se presenta, aferrarnos a aquello que nos resulta reconfortante. Mantener nuestra vida sencilla y cómoda, sin que se nos obligue a adherirnos a lo que se nos despliega por delante. Sin perder nuestro entusiasmo, que continúe el circo de la vida, siempre habrá un excéntrico que nos haga reír y olvidar las penas.

La vida en México no es lo que solía ser, ya lo dijo Carlos Monsivais “Sí nadie te garantiza el mañana, el hoy se vuelve inmenso” Por eso, que vuelva el olor a pan recién horneado, los exquisitos aromas de la cocina de nuestros ancestros, los colores de nuestros mercados, el sabor de nuestras frutas, de nuestras tradiciones muchas veces olvidadas a golpe y galope de la transculturalidad, que vuelva el México que solía ser. ¡Qué tiempos aquellos!

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